DESARROLLO DEL TALENTO Archives - Cognitio https://cognitio.com.ar/category/desarrollo-del-talento/ Teoría y método para la organización mental Sat, 18 May 2024 08:59:59 +0000 es-AR hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.7.1 El constructivismo pedagógico se sustenta en la meta-cognición https://cognitio.com.ar/todo-constructivismo-se-sustenta-en-la-meta-cognicion/ Sat, 23 Sep 2017 16:19:29 +0000 http://cognitio.com.ar/?p=1967 El proceso meta-cognitivo de la inteligencia como fundamento del constructivismo Muchos docentes, si bien intentan aplicar el modelo constructivista durante su praxis didáctica en el [...]

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El proceso meta-cognitivo de la inteligencia como fundamento del constructivismo

Muchos docentes, si bien intentan aplicar el modelo constructivista durante su praxis didáctica en el aula, en realidad quedan encerrados en una enunciación teórica y adscripta a la dinámica lineal del conductismo. Tal limitación se debe a la falta de aplicación del proceso meta-cognitivo que requiere toda construcción y aplicación de los conocimientos.

Dicha omisión desvirtúa el constructivismo como tal y retrotrae la experiencia didáctica a un proceso vacío y conductista de aprendizaje. En este caso, quien aprende queda ceñido al estrecho universo de contenidos temáticos, reduciendo su inteligencia a un sistema receptor de informaciones estáticas, cuya pasividad no da cabida a la construcción activa del conocimiento.

El proceso de meta-cognición, en cambio, permite superar el determinismo lineal de las informaciones disponibles, pues conlleva la puesta en juego de las habilidades y competencias mentales del sujeto para acceder a nuevos niveles de comprensión. Este proceso, eminentemente pedagógico, permite aplicar el método de construcción del conocimiento mediante la autorregulación de los procesos de aprendizaje requeridos por las posibles hipótesis que emergen de una actividad cognitiva en constante expansión. 

Tal proceso constructivo se lleva a cabo mediante la integración sistémica de las diferentes operaciones cognitivas y se configura como un proceso consciente. Pues la función de integración y regulación de las facultades y operaciones intelectivas dependerá de la capacidad atencional del sujeto y de ninguna manera es reductible al proceso mecánico de acumulación y recepción pasiva de la información.

Según nuestra hipótesis, y en razón de que sin dicha capacidad atencional no es posible regular con autonomía el proceso de adquisición y/o construcción  de los conocimientos, la organización sistémica de la inteligencia y el uso debido de sus facultades connota e incorpora el ejercicio regulador de la conciencia como un componente meta-cognitivo y metodológico ineludible.

Así, cuando la imaginación o la memoria, por ejemplo, actúan mecánicamente y fuera del campo interno establecido por dicha capacidad atencional, se desvirtúa el funcionamiento integrado del sistema cognitivo al inhibir la razón por la hipertrofia y/o exceso de imágenes que actúan sin regulación alguna por parte de la conciencia. En este caso, la inteligencia limita su potencialidad cognitiva e interrumpe el juego integrado de otras funciones y operaciones que le son propias, tales como el análisis, la comparación, la síntesis, el razonamiento y que es necesario que intervengan de manera integrada, según lo requiere la naturaleza del proceso de aprendizaje que el sujeto podría llevar a cabo.

La conciencia del estudiante acerca de su capacidad para razonar y pensar sin sustitutos ni condicionamientos extrínsecos ni conductistas, conlleva la íntima (o al menos tenue) convicción de que los procesos cognitivos que ha de utilizar durante su aprendizaje deben guardar coherencia sistémica integrando las funciones cognitivas superiores e inferiores en un campo de hipótesis y de construcción y aplicación de los conocimientos.

La importancia incuestionable del método radica, como puede observarse, en la posibilidad de que, lejos de nivelar a través de contenidos impartidos mediante imágenes inmóviles, induce al estudiante a comprender desde su “propia medida” y a ejercer con autonomía su capacidad cognitiva. En esto radica el proceso constructivo, ya que permite al sujeto desplegar su talento y, consecuentemente, organizar su intelecto en la progresiva búsqueda de los conocimientos y comprensión de la realidad.

De allí que el conocimiento de las propias capacidades cognitivas y emocionales debería constituir un objetivo prioritario de la educación impartida en las aulas. Ello, sin desconocer que su eficaz realización dependerá de la versatilidad del método y de la adaptabilidad del mismo a las condiciones impuestas por la idiosincrasia personal y la sensibilidad de cada individuo.

De  aquí surge, como lógica consecuencia, que la implementación del modelo constructivista por parte del docente, debe superar los condicionamientos del estímulo-respuesta del modelo conductista. A este proceso de superación del nivel mecánico del estímulo, responde el proceso meta-cognitivo. Y así como el conductismo resulta incompatible con los procesos meta-cognitivos de aprendizaje, del mismo modo el constructivismo es incompatible con las meras adaptaciones primarias de conceptos propias de aquél. Esto explica la falta de capacidad de los estudiantes para pensar, para reflexionar, comprender y aplicar los diferentes conocimientos que van adquiriendo en el limitado campo de los contenidos lineales.

Esto nos conduce a una aclaración de carácter complementario acerca de lo que sería una distorsión pictórica de la meta-cognición, al graficarla usualmente con imágenes que apelan a un sistema integrado de engranajes que representan el juego interrelacionado de las diferentes operaciones y procesos cognitivos. Esta configuración mecánica de la meta-cognición es aparente, ya que tiene el propósito de remarcar dos atributos centrales del proceso meta-cognitivo: por un lado, la idea de integración sistémica, orden y disciplina de las operaciones cognitivas y, por otro, la trascendencia de dicho proceso en un campo de comunicación inter-subjetivo y no determinístico en la búsqueda y construcción compartida de nuevos conocimientos.

Este último atributo se configura mediante el despliegue de nuevos procesos meta-cognitivos entre los sujetos intervinientes en la dinámica grupal de aprendizaje. Tal despliegue, ejercido de manera consciente y creativa, suscita innovaciones, comprensiones y aplicaciones  a través de nuevas funciones cognitivas como la comparación, la observación, el análisis, la síntesis y la reflexión por vía de complementación y/o contrastación de las hipótesis que van surgiendo en un campo compartido, y no determinístico, de construcción colectiva del conocimiento.

Dr. Augusto Barcaglioni

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“No existe trastorno de déficit de atención, solo niños aburridos” https://cognitio.com.ar/no-existe-trastorno-de-deficit-de-atencion-solo-ninos-aburridos/ Sun, 29 May 2016 21:01:00 +0000 http://cognitio.com.ar/?p=907 María Acaso La autora de rEDUvolution es a la educación lo que Ferrá Adriá a la gastronomía en la Fundación Telefónica A la autora de rEDUvolution [...]

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María Acaso

La autora de rEDUvolution es a la educación lo que Ferrá Adriá a la gastronomía en la Fundación Telefónica

A la autora de rEDUvolution (Paidós) afirma durante la entrevista que «no existe Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), solo niños aburridos en clase», a sabiendas de que ha entrado en terreno cuanto menos, espinoso. A María Acaso, también directora de la Escuela de Educación Disruptiva (EED) de la Fundación Telefónica, no le importa la controversia que generará el titular, porque está absolutamente convencida de ello. A su juicio, «medicar con anfetaminas a niños de dos años con un supuesto TDAH para que se concentren es, sencillamente, una barbaridad». «¿No sería mejor pensar en cambiar la educación que reciben?», se pregunta en alto esta docente. «Resulta ya un lugar común hablar de la obsolescencia del sistema educativo actual y de la apremiante necesidad de realizar un cambio tanto de contenidos como de metodología, de romper el pasado pero… ¿cómo hacerlo?».

En rEDUvolution, su último y provocador libro, propone realizar un cambio de paradigma. ¿Es que está mal?

—No es que esté mal, es que no sirve. Los niños van con sus Mp3, sus móviles 3G… y su flauta dulce. ¡Por favor! Ha cambiado todo, y sobre todo lo que tiene que ver con la gestión del conocimiento. Igual que un médico no puede operar sin anestesia, como en el siglo XIX, hoy no se puede aprender con una lección tradicional, donde lo único que se consigue es una educación bulímica, donde te atracas de información que vomitas el día del exámen y a los tres segundos cuando has salido por la puerta has olvidado todo. Ese es el paradigma al que te lleva una educación tradicional. Hay que ir hacia una educación experiencial, motivadora, activa… Mientras que en otras disciplinas está super aceptado que el inconsciente lo que hace es modificar todo el proceso de absorción de datos, en pedagogía no. A día de hoy parece que todos los alumnos tienen que entender la clase de la misma manera, coger los mismos apuntes y decirlo igual durante el examen. El primer paso para la rEDUvolution es admitir que esto no es así. Como profesores aceptaremos que nosotros enseñamos y que los alumnos aprenden otras cosas. Tu das una clase a veinte personas y cada uno va a elaborar según su propia biografía, su creatividad, sus conocimientos… un discurso diferente. Eso es el hecho educativo.

—¿Qué supone aceptar eso?

—Ya no tiene mucho sentido programar por objetivos, porque no se van a cumplir. Quizás sea mejor elaborar en lugar de pequeños objetivos grandes metas, abiertas y flexibles.

—Su rEDUvolution conlleva aceptar las pedagogías invisibles. ¿A qué se refiere?

—Aceptar que se aprende más de lo no es explícito que de lo que es explícito. Lo explícito es lo que el profesor dice, el libro de texto, el «Power point»… pero luego hay montones de cosas desde la iluminación de la clase, cómo va vestido el profesor, o cómo está organizado el aula que nos está dando mucha más información que lo que nos está diciendo este. Todo lo referente a las pedagogías invisibles se obvia en la pedagogía tradicional y hay que recuperarlo.

—¿Cuál debe ser el papel del profesor en esta nueva pedagogía?

—Su papel debe entenderse como un productor cultural, como un artista. Debe saber coger conceptos y «remixearlos», entendiendo como «remixear» el sistema de producción contemporánea. Eso no es copiar. Es relacionar. Y crear tu «playlist» de la clase.

—Usted propone empezar por cambiar la función del profesor, al que se refiere como «coacher».

—Sí, el profesor debería priorizar la agenda de tus alumnos por encima de todas las cosas, especialmente por encima del centro, del sistema educativo, de tu propia agenda. en la educación tradicional el profesor impone todo, los contenidos, las formas, las metodologías, y ahora creo que debería ser muy importante aprovechar los saberes de los alumnos e incorporarlos al revés. Qué le interesa al alumno por encima de qué le interesa al profesor. Nos referimos a las ocho inteligencias de Howard Gardner.

—Eso es una utopía, tanto si tienes cinco alumnos como si tienes diez, pero mucho más si tienes treinta.

—En cualquier caso, lo que sí que hacen los profesores es negar los intereses de los alumnos. No se trata tanto de hacer treinta clases distintas, si no de decir, voy a intentar ver qué es lo que les interesa a los alumnos y de incorporarlo al aula, en general. Si les interesa el fútbol, a lo mejor puedo incorporar este deporte como recurso para explicar las matemáticas. Enseñar videoarte a los adolescentes es muy difícil, pero si les enseñas videoarte a partir de videoclips es muy fácil. Creo que los niños, los adolescentes, tienen intereses, entonces, el profesor creativo es capaz de encontrar ese link.

—¿Por eso señala la creatividad del profesorado como cualidad indispensable?

—Siempre se habla de la creatividad del alumno, pero me parece fundamental la creatividad del profesor, pero por encima de sus competencias y de sus conocimientos, un profesor creativo va a llegar a todo y va a realizar unas unidades didácticas maravillosas. Se va a olvidar del libro de texto y va a crear unas experiencias increíbles.

Debería cambiar su formación también.

—Sí, claro. El problema que yo veo en la pedagogía es que se lleva a cabo un proceso de reproducción en la formación del profesorado. Te pasas media vida quejándote de tus profesores pero cuando tú te conviertes en uno vuelves a hacer lo mismo. Un docente novel, supertemeroso, se mete en un aula de Secundaria con cuarenta adolescentes y no sabe qué hacer y se hace el duro, sin darse cuenta de que lo que tiene que hacer es lo contrario.

—¿Dónde queda la Ley de Autoridad del profesor, tan necesaria en algunos casos incluso de agresión al maestro por parte del estudiante?

—Pedagogía y poder… En una estructura de control… No sólo hay que parecer democrático sino que hay que serlo. Todos somos democráticos de boquilla. Luego llegamos al aula y somos autoritarios. Si estamos hablando de democracia, no puedes llegar y hacer un monólogo. O no puedes hablar de democracia y subirte a una tarima.

—¿Qué estrategias de cambio propone para acabar con éxito con estas rigideces?

—La primera de ellas es crear en clase una «comunidad», en lugar de la antagonía «profesor y estudiante», que además en este momento en que el estudiante tiene muchos conocimientos pro ejemplo de tecnología, ¿que vas a hacer? En la idea de la comunidad, entra el profesor como «coach» (entrenador), como acompañante, pero es que ni siquiera es un acompañante, los profesores y estudiantes como «coachers» (entrenadores) unos de otros. Si tu tratas al alumno más como un igual, y le das más poder, sus problemas se reducen. Esos problemas aumentan cuanto más autoritario es el sistema. Si tu a un alumno le das responsabilidad, todo mejora. Si le obligas y le das disciplina solamente, al final surge el miedo. Hay que recuperar los afectos en el aula, son muy importantes.

Habitar el aula

—¿Qué es y cuál es la máxima del «edupunk», al que usted hace referencia?

–Más que una metodología es un nombre, un paraguas donde se recogen todas las metodologías que no son la metodología tradicional. La máxima es que tu no puedes cambiar los contenidos sin cambiar la arquitectura pedagógica. No puedes abogar por una educación diferente mediante una lección magistral. No puedes dar una clase con un mobiliario industrial si quieres hacer una clase orgánica. Hay que revisar el formato y cambiarlo.

–También habla usted de habitar la clase.

–Claro, la pedagogía es mente, pero también es cuerpo. ¿Cómo se entiende el cuerpo en el acto pedagógico?Sentado (horas), sumiso… No es que haya niños con déficit de atención e hiperactividad (TDAH), lo que hay es niños aburridos. Es un problema superserio, cómo se está medicando de forma a lo bestia, con anfetaminas, a niños desde los dos años. Menos medicina y más rEDUvolution. Es un problema terrible que vemos cada vez más, si se cambiara el sistema te aseguro que habría menos TDAH. No hay que medicar a los niños, que simplemente se quieren mover, sino cambiar el sistema.

–¿Lo más próximo que tenemos a este sistema es la metodología por proyectos?

—Sí. Definitivamente sí, pero en España hay muy poca oferta en educación alternativa.

—¿Están justificadas para usted la huelga del profesorado del pasado jueves 24 y la manifestación del sábado?

—Lo que indican ambos actos es que la gente está pidiendo una rEDUvolution. Están pidiendo a gritos que el profesorado esté mejor pagado, bien considerado, bien formado… como en el modelo finlandés, donde la clave está en el profesor.

—Los profesores finlandeses también se lo ha ganado. Al parecer son los mejores de la promoción, y luego pasan evoluciones continuas.

—Es cierto, el profesor finlandés está muy bien formado, es la élite. Pero también está super reconocido socialmente. En cambio aquí la labor del profesor está desprestigiada, precarizada… El problema fundamental es la formación del profesor.

—¿Y cómo se soluciona eso?

—Cambiando el sistema. Nota de corte para pedagogía, igual que en una ingeniería.

Sinopsis de rEDUvolution

Actualmente asistimos día a día a situaciones que hace tan solo unos años nos hubieran parecido inverosímiles y, mientras que todo se transforma, el mundo de la educación permanece igual, anclado en un paradigma más cercano al siglo XIX y a la producción industrial que a las dinámicas propias del siglo XXI. Es necesario que iniciemos la #rEDUvolution o, lo que desde hace algún tiempo se conoce como la revolución educativa.

El términorEDUvolution mediante la mezcla de los términos revolución y educación apunta a la necesidad de ejecutar una transformación real en los espacios educativos a través de cinco ejes clave:
Aceptar que lo que enseñamos no es lo que los estudiantes aprenden. Cambiar las dinámicas de poder. Habitar el aula. Pasar del simulacro a la experiencia.Dejar de evaluar para pasar a investigar.

Escrito con un lenguaje directo y nada académico, en rEDUvolution encontrarás un texto donde el lenguaje visual aporta tanto conocimiento como el lenguaje escrito. Asimismo, se incluyen una serie de propuestas que pretenden provocar el siempre difícil paso de la teoría a la práctica mediante la participación del lector o lectora en el propio libro.

María Acaso

FUENTE

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Cómo lograr ser el que quiero ser https://cognitio.com.ar/como-lograr-ser-el-que-quiero-ser/ Mon, 10 Feb 2014 21:00:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2014/02/10/como-lograr-ser-el-que-quiero-ser/ Cuando los padres impiden la identidad de sus hijos Una de las razones de nuestra insatisfacción en la actualidad, proviene del hecho que consideramos que no [...]

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Cuando los padres impiden la identidad de sus hijos

Una de las razones de nuestra insatisfacción en la actualidad, proviene del hecho que consideramos que no somos felices porque no somos aquel que quisiéramos ser o aquel que quiso ser y no pudo por imposición externa o propia dejadez. Esto conlleva un estado de ánimo en el que tanto lo que hacemos como nuestra vida misma no nos satisfacen ni dan alegría cotidiana.

Por eso, nos sentimos compulsivamente volcados a lograr metas que alguna vez estuvieron en nuestro imaginario personal y que simbolizaron el logro de la felicidad. Y es muy posible que en base a ese imaginario construyéramos el edificio de nuestra realidad personal.

Si tenemos en cuenta lo que desea un padre para sus hijos, generalmente dicho deseo gira alrededor del éxito según los parámetros establecidos por una cultura excesivamente consumista y que vuelca en la posesión de bienes, tangibles o simbólicos, la idea central de la felicidad. Así, la aspiración de muchos padres tiene como referencia metas tales como:

  • Tener suficientes o abundantes recursos materiales.
  • Lograr el éxito a través del dinero.
  • Tener prestigio y títulos académicos.
  • Ser un profesional exitoso.
  • Tener una familia.
  • Formar una pareja.

A ello, cabe mencionar el listado de lo que no queremos para ellos: que no sean ni vivan de tal o cual manera, que no tengan la contextura física que la sociedad rechaza por inadecuada, que no sean enfermos ni deformes, que no sean pobres y todas las características consideradas adversas o disfuncionales por el sistema vigente y cuya no posesión o ausencia permitiría y garantizaría completar y concretar la imagen de una vida supuestamente ideal y feliz.

Tales aspiraciones por parte de los padres y educadores son absoluta y plenamente legítimas y valederas. Ningún padre con sentido común dejaría de imaginar y anhelar tales cosas o bienes para sus hijos. De allí que muchas insatisfacciones de los padres provienen del no cumplimiento de esas metas cuando sus hijos optan y deciden otro camino. Más aún, muchos padres pretenden tener de antemano el éxito asegurado de sus hijos y lo hacen por una vía imaginaria, al proyectar la imagen de lo que ellos entienden como garantía del mejor camino.

Es en la ficción de las posesiones donde está girando la imagen de lo que debemos ser y de lo que deberíamos evitar y a ello apunta la educación familiar y escolar, donde ya desde edad temprana dicha imagen se constituye como un mandato que quedará incrustado en la conciencia individual y colectiva, al punto de que nadie cuestionará lo que eligió si no es por razones prácticas de conveniencia, pero nunca por razones de identidad personal o de estar, simplemente, bien consigo mismo.

Por tales razones, a ese listado legítimo y válido le falta lo más importante y que constituye el cimiento del futuro edificio personal y de una vida feliz. Lamentablemente, casi ningún padre hace abstracción y deja al margen, aunque sea por un momento, tales metas para preguntarse más en profundidad el sentido y envergadura de lo que anhela para sus hijos. Encerrados en lo que deberían lograr, olvidan el cómo y el para qué lograrlo, sin imaginar si son autónomos para decidir el sentido de sus propios proyectos.

De allí que es poco frecuente que un padre tenga como anhelo principal que su hijo aprenda a decidir por sí mismo, que sepa cómo ser feliz y pleno en su vida y si será capaz de lograr las capacidades que le permitirán ser aquello que quisiera ser sin interferencia alguna. Más aún, si dicho anhelo tendría vigencia, seguramente sería tildado de idealista, utópico o poco práctico.

La mayor satisfacción personal para un padre es tener la convicción de que su hijo no necesitará posesiones de ninguna índole para lograr ser querido o aceptado por los demás. Pero en una cultura de los efectos y resultados inmediatos, signada por el éxito y el confort, aún la conocida aspiración de “que sea una buena persona” tiene una connotación vulgar y poco atractiva.

A este punto, y previa advertencia de nuestra insatisfacción acerca de lo que somos, de lo que hacemos y de lo que sentimos cotidianamente, quizás debamos confrontar con nosotros mismos para empezar a cuestionar nuestra actitud respecto de aquello que, si bien nos otorga algunas satisfacciones esporádicas, no nos termina de llenar del todo. Esto explica la enfermedad del vacío desde su origen y perpetúa un estado de insatisfacción y descontento crónico que termina en la envidia, en la comparación con los demás, en la competencia, en la ambición, en la avidez desmedida y en el incremento de una vanidad que a toda costa intenta brindar la imagen de lo que no somos.

Dr. Augusto Barcaglioni

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La vocación que no fue escuchada https://cognitio.com.ar/la-vocacion-que-no-fue-escuchada/ Wed, 13 Feb 2013 21:00:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2013/02/la-vocacion-que-no-fue-escuchada/ La deslealtad para consigo mismo    Afirmando el propósito de nuestros ensayos, tendiente a generar espacios de reflexión para percibir de un modo diferente lo [...]

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La deslealtad para consigo mismo 
 
Afirmando el propósito de nuestros ensayos, tendiente a generar espacios de reflexión para percibir de un modo diferente lo que se vive todos los días en los lugares de siempre, queremos presentar la experiencia de la vocación personal. Comprender la propia vocación nos permite nuevas comprensiones o comprensiones más profundas sobre los hechos cotidianos, aun cuando por su carácter simple y sencillo suelen pasar desapercibidos y no se les otorgue importancia o relevancia alguna. En principio, diríamos que de acuerdo con la dirección que se le haya dado a la vocación personal, será la intensidad y la calidad como se viva y encare cada situación que se presente y que compone el extenso ámbito de la cotidianeidad. 

Todo individuo posee un talento que lo distingue y hace brillar si es capaz de desplegarlo en su propia vida sin interferencias ajenas. Ese talento, expresado en capacidades, habilidades y aptitudes, constituye el potencial que, a modo de “diamante interno”, cada uno debe aprender a conocer y pulir para poderlo expresar y ofrecer al mundo circundante. Por eso, la vocación es un llamado, una voz que no viene de afuera sino desde el interior y desde los rincones más profundos de cada ser humano. De allí que cuando ese talento encuentra la dirección que responde al potencial de la vocación, el sujeto experimenta profundo placer e intensa alegría. 
 
Si esa voz es escuchada por el sujeto y la toma como guía orientadora de su hacer y actuar en la vida, significa que aquél elige con la confianza de saber lo que efectivamente quiere y necesita su vida. Así, el individuo siembra su felicidad y siente el placer y la dicha de hacer y actuar conforme a su vocación. Pero no todos son felices con lo que han elegido para sus propias vidas y viven en un descontento habitual que incide y se transmite a cada hecho cotidiano, sea simple, sencillo, irrelevante, importante o complejo. 
 
La diferencia entre quien logró conocer su vocación y quien todavía la ignora radica en que el primero pudo conocerse a sí mismo, mientras que el segundo no pudo escuchar el llamado de su talento. Esta desvinculación con el talento origina la deslealtad del sujeto para consigo mismo, al optar escuchar voces seductoras que le señalan la dirección opuesta a la propia vocación. Las voces de la conveniencia, de la falta de confianza en sí mismo, de la comodidad, de la ley del menor esfuerzo, de la propensión a lo fácil, de la ambición y la codicia, son voces que aturden la voz genuina de la propia vocación. 
 
Por eso, los educadores, tanto en su rol de padres como de docentes, deben cuidar de no aturdir ni acallar las voces genuinas de una vocación que emerge con transparencia en todo niño o adolescente. El arte de educar en realidad es el arte de permitir el despliegue de la vocación, de cuidar esa energía interna para que se exprese desde sí misma como un anhelo propio, sin ser sustituida por opiniones, consejos y pensamientos ajenos a la íntima convicción. 
 
En las mentes abrumadas por pensamientos, prejuicios y estereotipos, el diamante interno del talento personal comienza a opacarse y a perder brillo propio. Por eso, cuando se afirma que una persona es brillante en cualquier ámbito de su vida personal y social se está queriendo decir que ha podido desplegar su vocación y realzar la fuerza interna de sus capacidades. En tal caso, la alegría de vivir es la expresión de esa energía del talento que se expresa de manera creativa y sincera para el bien propio y ajeno. 
 
Si indagamos en la historia personal de los individuos disconformes, pesimistas e insatisfechos, como así en jóvenes sin entusiasmo ni esperanza, seguramente encontraremos en cada uno un talento postergado, ignorado o no valorado por quien no le supo dar su lugar en la vida. Esa vocación no escuchada será la voz de un reclamo persistente que el sujeto insatisfecho llevará hasta que decida escuchar la voz silenciosa que proviene de la esencia íntima de su propio ser. 
 
Quienes por falta de conocimiento de sí mismos o por falta de confianza en sus capacidades no supieron elegir de acuerdo con su vocación, hoy hacen lo que no les place hacer y se encuentran sumergidos en las sombras del lugar equivocado. Desde ese lugar, y aun en medio de insatisfacciones, el talento sigue reclamando el lugar propio, ese lugar en el que podrá desplegar su máximo potencial si el sujeto así lo decide desde su íntima convicción. 
 
Quienes no han encontrado todavía ese espacio, tienen la oportunidad de escucharse, sea cual fuere el lugar y el tiempo en que se encuentren. Surgirá, así, el reclamo de la vida y de un talento que no necesariamente debe estar adscripto a los ámbitos de la vocación intelectual, profesional o laboral ni guardar correlato estricto con algunas actividades exitosas. De esta manera, la fuerza de la vida en su integralidad podrá abrir con las llaves del talento las diferentes celdas que mantienen a cada individuo sometido en los lúgubres lugares de una cárcel mental construida por falta de conocimientos, por debilidad de voluntad, por indecisión, por conveniencia o por influjos de una cultura impregnada de banalidad y trivialidad. 
 
Esa fuerza vital, a través del ejercicio consciente para reconocer las celdas de la propia cárcel mental, se constituye en fuerza liberadora para el despliegue de las capacidades y el talento de cada individuo. El ejercicio consciente de ese reconocimiento existencial, seguramente coadyuvará a la superación personal y al mejoramiento de la convivencia humana.

Dr. Augusto Barcaglioni

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Trabajar con arte o estar ocupado en la rutina https://cognitio.com.ar/trabajar-con-arte-o-estar-ocupado-en-la-rutina/ Tue, 18 Sep 2012 17:35:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2012/09/trabajar-con-arte-o-estar-ocupado-en-la-rutina/ La creatividad del sujeto autónomo y la monotonía del autómata  Generalmente se considera como una cuestión válida y universalmente aceptada, el hecho de que a [...]

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La creatividad del sujeto autónomo y la monotonía del autómata 
Generalmente se considera como una cuestión válida y universalmente aceptada, el hecho de que a un elevado porcentaje de individuos le resulta tedioso y deprimente visualizar el trabajo del día siguiente. Sea por la ejecución del trabajo en sí o por el clima en que se lo ha de realizar, lo cierto es que se espera el viernes como el día más distendido, ante la inminencia de un fin de semana imaginado como liberador y altamente placentero. Pero la realidad del mismo fin de semana en muchos casos no se presenta tal como fue imaginada, ya que la paz anhelada y las gratificaciones casi nunca aparecen. Esto demuestra que el ser humano tiende a compensar con su imaginación lo que en la realidad se le presenta como adverso y tedioso. 

En el plano laboral, ese mecanismo compensatorio proviene de la falta de motivación por el trabajo y de comprensión acerca del sentido de la tarea y de las cosas por hacer. Independientemente de las condiciones que hacen al clima de trabajo, siempre estamos disconformes con lo que nos toca hacer, mirando y comparándonos con la situación ajena, sin advertir si hemos sido libres en elegir la tarea que estamos habituados a realizar. De allí que habrá que analizar si lo que hacemos es porque queremos hacerlo o porque nos toca hacerlo a instancias de una fría obligación. Esto definirá la calidad de lo que hagamos y el cómo lo haremos; si haremos la tarea como artistas o como rutinarios.
Salvo situaciones de excepción, gravedad o urgencia, todos buscan y anhelan trabajar con arte, gusto y bienestar, sea cual fuere la naturaleza de la tarea. Y cuando ello ocurre, la obligación no aparece como impuesta mecánicamente, sino como aceptada y comprendida conscientemente.
Trabaja con arte quien ha podido descubrir en sí mismo su talento y sentir en plenitud lo que es capaz de hacer. A partir de allí, una fuerza interna lo impulsa a buscar las condiciones y las oportunidades para consagrar sus afectos y emociones al despliegue creativo de su vocación. Inversamente, cuando el arte está ausente en el ejercicio de cualquier tarea, se trabaja con desgano y sin placer y aparece un agobio que emerge del aburrimiento y el tedio. Esto explica la existencia de no pocos rutinarios que, a pesar de ejecutar tareas complejas y jerarquizadas, lo hacen con profundo desagrado y fatiga.
Cuando el sujeto no valora sus propias capacidades y no ha descubierto todavía su talento personal, aparecen ciertos rasgos disfuncionales caracterizados por estos comportamientos:
– Tendencia a ver en la tarea ajena la tarea ideal
– Hábito de quejarse de lo que se está haciendo, cómo se está haciendo, con quién se está haciendo o dónde se está haciendo
– Tendencia a envidiar a los demás por la tarea que realizan
– Terminar la tarea cansado, abrumado o descontento
– Trabajar en lo que no se siente capaz o se tuvo que aceptar bajo presión
– Trabajar haciendo lo mínimo por obligación y/o dejar inconclusa la tarea
– Reiterar errores por ejecución de la tarea a desgano y sin motivación
– Cumplir con el horario indispensable, con la esperanza de cambiar algún día el trabajo
– Sentir la angustia de trabajar en lo único que se ha encontrado para hacer
– Falta de aceptación y valoración de una situación a la que, quizás con el mismo mecanismo, otros seguramente estarán observando con cierta envidia
Estos comportamientos frente al trabajo, convierte a los individuos en verdaderos autómatas, en rutinarios y aburridos crónicos. Al no valorar el talento y la propia capacidad, sea por falta de conocimientos o por baja estimación de sí mismo, el sujeto se siente incapaz de ser creativo y no puede aceptar lo que es y puede hacer realmente. Se transforma, entonces, en un autómata con su trabajo habitual, incrementando su dependencia, su falta de iniciativa e imaginando ser feliz solamente cuando logre la posesión de lo que otros tienen y disfrutan. De esta manera, el sujeto desplaza su punto de observación fuera de sí mismo, a la espera de un cambio posible que mejore una situación que seguramente quedará en una mera imagen ilusoria e improbable, hasta que aquél logre conocer y decida valorar su propio e intransferible potencial creativo.
Dr. Augusto Barcaglioni


(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los 
temas más sensibles y críticos)

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La necesidad puede despertar el talento y el éxito adormecerlo https://cognitio.com.ar/la-necesidad-despierta-el-talento-y-el-exito-lo-adormece/ Mon, 10 Sep 2012 19:30:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2012/09/cuando-la-tranquilidad-genera-confusion-y-la-adversidad-lucidez/ La tendencia a detenerse cuando todo es favorable En la experiencia cotidiana se observa la paradoja de que muchas personas viven en un estado mental [...]

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La tendencia a detenerse cuando todo es favorable

En la experiencia cotidiana se observa la paradoja de que muchas personas viven en un estado mental poco lúcido cuando se les presentan períodos de cierta prosperidad y condiciones de bonanza. Ello se debe a la tendencia del individuo a detenerse cuando todo es favorable, al punto de no poder valorar ni potenciar nuevas posibilidades y alternativas que podrían incrementar el desarrollo de los proyectos en marcha.

Cuando a alguien le va bien, parecería que su mente y su voluntad tienden al disfrute de lo inmediato, sin avizorar para el futuro nuevas condiciones promisorias ni prever un posible escenario hostil. Esto surge cuando el sujeto se encuentra “empalagado” con todo lo que dispone y disfruta, afectando la agilidad de su pensamiento y la rapidez en las decisiones que podría tomar. 

Se trata de un estado de confusión, poco creativo, provocado por cierto “atontamiento” que conduce a la parsimonia, a la dejadez y a la lentitud para pensar. Pues el no poder advertir cuándo el escenario favorable actual podría retraerse, mejorar o desaparecer, constituye una presunción y grave confusión, al limitar el pensamiento y las posibles decisiones a una visión plana y coyuntural de una situación de inmediatez que se disfruta con cierto aturdimiento e irreflexión en el momento presente. 

También la experiencia cotidiana nos ofrece casos inversos, en los que ciertas personas mantienen un estado de lucidez y agilidad mental en medio de condiciones de extrema hostilidad, escasez de recursos y hasta desolación. En tales condiciones la mente, lejos de quedar rezagada en el letargo de una sensación de pérdida e impotencia, es capaz de advertir nuevos caminos a seguir y tomar decisiones sin dilación. 

Ante condiciones de crisis, parecería que mientras más profunda es la misma, algunas personas logran mantener un nivel de creatividad y de lucidez mental, ausentes en los momentos de prosperidad aludidos. Cabe, entonces, preguntarnos por qué el éxito suele generar confusión y la adversidad lucidez, tal como ocurre en la mayoría de los casos. Ambos casos configuran un fenómeno paradojal que puede ser observado empíricamente a través de la experiencia propia y ajena. 

Aventurando una hipótesis cognitiva sobre la agilidad de pensamiento, podríamos decir que las situaciones prósperas tienden a ser percibidas por el sujeto como estables y cómodas, sin altibajos ni oscilaciones. Esta situación podría configurar un estado inercial de la mente que, al no sentirse exigida y al no tener urgencias, tiende a la comodidad y a la dejadez. 

Asimismo, la ilusión y la falsa percepción implicadas en  la misma inercia de pensamiento, dan lugar a un estado de desorganización mental y a la falta de previsión, con una tendencia a la adaptación pasiva frente a las circunstancias apacibles y confortables que la vida le está presentando aquí y ahora al sujeto.

En oposición a ello, y complementando el enfoque cognitivo, cuando las condiciones son hostiles y desfavorables, muchos individuos ejercitan su mente y sensibilidad en la búsqueda de soluciones ante los problemas que les aquejan. Parecería, entonces, que la lucidez mental se agudiza en esos momentos hostiles y difíciles, ante los cuales el sujeto emerge del letargo de una comodidad improductiva. Por eso, se admite que la necesidad y la adversidad suelen despertar la creatividad adormecida, ya que en las situaciones críticas muchos sienten aflorar su talento y capacidades hasta ese momento ocultas e inactivas. 

Lo lamentable es que estas capacidades no sean aplicadas en todos los casos de la vida, ya que ocurre con mucha frecuencia que el talentoso en la adversidad deja de serlo en la bonanza donde, por lo general, no aflora talento alguno. Esto nos podría indicar que la voluntad del sujeto se mueve y acciona fácilmente frente a situaciones adversas y hostiles y que, desaparecidas éstas, su voluntad entraría en una zona de letargo e inacción, propia del primer caso que describimos más arriba. 

De allí que debemos tener en cuenta un factor cognitivo y emocional que no todos advierten: cuando es solamente la necesidad la que despierta el talento y la capacidad de afrontar lo adverso, ello no es suficiente, ya que nos encontramos con un individuo cuya capacidad de iniciativa seguramente podría quedar trunca o adormecida en los momentos de prosperidad. Ello explica la falta de voluntad y la incapacidad para decidir de muchos individuos que transitan la vida sin sobresaltos ni problemas pero que terminan en un disfrute a medias. 

Parecería, entonces, que la creatividad en lo adverso no es tan meritoria como cuando emerge en las condiciones prósperas y favorables. En lo adverso, la creatividad surge por una razón de sobrevivencia; en la bonanza, por una razón de convicción. Por eso, abunda más y es más fácil la primera que la segunda.

Pero quienes despliegan su talento en ambas situaciones, en la hostilidad y en la prosperidad, ello no se debe al azar ni a la necesidad, sino al hecho de haber logrado un mayor nivel de conciencia para decidir con autonomía y convicción sin presiones. Tal condición de lucidez, le permite al sujeto ampliar cada vez más la percepción y ejercer su capacidad para decidir con más acierto y precisión en el universo de posibilidades en que se encuentra vinculado. 

Las diferentes situaciones de la vida humana están atravesadas por una suerte de ecuación, dada en el binomio necesidad-talento y bonanza-dejadez y que a lo largo del proceso formativo individual se debe aprender a integrar y manejar. Esta es la condición natural en la que se despliega la vida de todo ser humano y el factor insoslayable de un desarrollo sostenido del talento personal.

Dr. Augusto Barcaglioni

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Organizaciones dirigidas por necios https://cognitio.com.ar/organizaciones-dirigidas-por-necios/ Mon, 27 Aug 2012 20:45:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2012/08/organizaciones-dirigidas-por-necios/ El estrago mental de la necedad  Cuando el necio participa en un grupo, equipo o en cualquier ámbito en el que actúen otras personas, habría [...]

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El estrago mental de la necedad 

Cuando el necio participa en un grupo, equipo o en cualquier ámbito en el que actúen otras personas, habría que hacer de cuenta que en esos lugares la inteligencia empieza a apagarse y la lucidez del intercambio a sufrir serias fracturas. Dado que el necio necesita, al igual que el soberbio, la presencia de aquellos con quienes ha de intercambiar, muchas veces adquiere habilidades de comunicación y seducción en proporción directa con su necedad. 

El necio está convencido de un acierto aparente y de un saber que nunca adquirió o quedó en la obsolescencia. Ese convencimiento lo lleva a sostener con firmeza lo que presume que sabe. De aquí el ridículo de no poder advertir que la rigidez de un pensamiento sostenido por imágenes inmovilizadas, lo conduce a imponer con obstinación sus opiniones o conceptos, adquiridos mediante un aprendizaje o capacitación que ya quedaron obsoletos. 

La rigidez de pensamiento y la falta de capacidad, no le permiten al necio tener elementos para abrirse a la búsqueda de nuevas posibilidades. Pues permanentemente cancela la indagación o el cuestionamiento acerca de lo que cree o supone saber. Esto que hace consigo mismo, lo practica con los demás cuando pretende apoderarse del control del pensamiento y nivelar las mentes bajo la avidez de uniformidad y el placer de cumplir con el mito del orden aparente. Con esta práctica, el necio termina quitando a quienes le rodean el derecho a la lucidez mental y a pensar por sí mismos. 

Esto explica la torpeza y la arbitrariedad a la que puede caer el incapaz cuando accede al poder o a tener cierta autoridad o liderazgo. Cuando el necio trabaja con adultos que ejercen el pensamiento crítico y están abiertos a nuevas posibilidades, su radio de acción o de influencia queda neutralizado. Un gerente necio podrá imponer su necedad de manera muy relativa y hasta acotada ante un equipo con capacidad creativa y espíritu de renovación. En tal caso, estaremos en presencia de un gerente sin capacidad de liderazgo y de una organización expuesta a ciertas fisuras en la calidad de su clima laboral. 

Cuando un educador es necio, en lugar de ser un artesano del pensamiento crítico y que ayuda a crecer a quien se encuentra en situación de aprendizaje, obnubila la mente juvenil con prejuicios, estigmas y estereotipos dañinos para la salud de quien ansía autonomía de pensamiento. Generalmente, quienes ejercen violencia mediante presiones y trato rígido, no sólo son autoritarios, sino necios e incapaces de advertir el talento de los demás. 

Así como la burocracia es el lugar predilecto de un líder aparente, el aula parasitaria es el ámbito del docente obstinado. Ambos persiguen la misma finalidad: imponer lo que creen verdadero y acertado mediante el ejercicio de la rigidez, la intolerancia y la actitud distante. Por eso, cuando el grupo y los colaboradores son sumisos por falta de capacidad o por el temor que viene de la ausencia de talento, el necio encuentra en tal pasividad el caldo de cultivo para consolidar su rigidez e incrementar sus prejuicios y presunciones ante los demás. 

Es muy difícil que el necio quiera acercarse al semejante para intercambiar proyectos o ideas. Instalado en su propia verdad, rehúye y teme la verdad del otro; por eso no puede dialogar ni llevar a cabo un elemental intercambio de opiniones. A modo de metáfora, aquel que busca con-vencer e influir con rigidez y con errónea obstinación en las mentes de sus colaboradores, de sus subordinados, de sus hijos o de sus alumnos, en cualquier rol o función en que se encuentre, por ese solo hecho, queda convertido en una suerte de “cirujano con parkinson” capaz de intervenir en el cerebro de sus allegados y de reproducir la mala praxis de la dependencia y anulación del ejercicio autónomo del intelecto.

Por tales razones, para neutralizar los efectos adversos de las decisiones del necio en las organizaciones e instituciones donde actúa, se impone una educación del intelecto y la creación de capacidades tendientes al desarrollo personal y al ejercicio de la autonomía y el pensamiento crítico. Ello debe constituir un objetivo prioritario para que los equipos y grupos naturales de trabajo consoliden un clima orientado a plasmar en la organización la inteligencia de un liderazgo creativo e innovador.

Dr. Augusto Barcaglioni

 

 

 

 

 

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La educación no logra fortalecer la autoestima y el talento https://cognitio.com.ar/como-fortalecer-la-autoestima-y-el-talento/ Thu, 23 Aug 2012 20:50:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2012/08/como-fortalecer-la-autoestima-y-el-talento/ El  temple humano se crea y se perfecciona Cuando la falta de confianza en sí mismo se apodera de la mente del sujeto, éste deja [...]

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El  temple humano se crea y se perfecciona

Cuando la falta de confianza en sí mismo se apodera de la mente del sujeto, éste deja de tener una mirada alentadora de su propia vida. El horizonte de la esperanza se cierra, “vive al día”, le teme al futuro, suprime la confianza en los demás y aniquila las posibilidades de cualquier proyecto de crecimiento. Es la manera de morir lentamente en el pesimismo y en la oscuridad de una mente que no encuentra estímulos ni alicientes para nuevos proyectos.

Al perder el sentido de la vida, todo lo que se hace se realiza rutinariamente y sin la energía creativa que generan los vínculos solidarios. Y ante la falta de alegría, aparece la búsqueda compulsiva de satisfacciones a cualquier precio para salir engañosamente del infierno de un tiempo que cada vez se hace más insoportable.

Este encadenamiento secuencial de estados anímicos no es una descripción exagerada de lo que realmente sucede en una vida sin horizontes y sin confianza en la propia capacidad. Consciente o inconscientemente, todo individuo siente ese hartazgo cuando no valora o desconoce su talento o no encuentra el estímulo que le podría dar confianza y seguridad en los diversos campos en que desearía actuar con solvencia e idoneidad.

Por eso, busca esa confianza y seguridad en la anestesia de la frivolidad o en un socorro ajeno que lo debilita cada vez más. Sería una mente anémica que aspira a una suerte de “subsidio” para soportar y sobrellevar el peso de una vida que no aprendió a ver ni a confiar en sus capacidades latentes y todavía ocultas.

La vida humana, como tal, reclama independencia y autonomía y siente denigración ante la dependencia y la sumisión. El creciente estado de pasividad que afecta la inteligencia de los jóvenes les impide comprender y pensar con confianza en cada situación donde imperan los problemas y las dificultades. Se advierte un “destemple” cognitivo y un debilitamiento con efectos disfuncionales que afectan el estado de ánimo y la capacidad para enfrentar las situaciones difíciles en cualquiera de los diversos campos en que se despliega la vida.

Tanto los padres como los docentes deberían pivotar sus respectivos objetivos educativos en base a los elementos empíricos mencionados. De ello podría surgir un programa formativo tendiente a afianzar un verdadero y genuino desarrollo personal y no tanto un programa de desarrollo de contenidos escolares.

Por otra parte, los actuales escenarios mundiales exhiben una crisis que afecta el modo de pensar y vivir de la sociedad actual. Si bien es una crisis que convive con los promisorios adelantos científico-tecnológicos y con un cambio en las expectativas en la calidad de vida, la crisis y la pérdida gradual de los valores esenciales del ser humano hacen prevalecer y terminan por instalar meros enunciados acerca de expectativas y promesas ilusorias, en detrimento de los cambios reales y concretos que necesita el desarrollo individual y social.

Teniendo en cuenta que el temple humano se crea y se perfecciona en base al talento y a la capacidad individual, las indicaciones pedagógicas dirigidas a la familia y a la escuela deben partir del convencimiento de que educar no es informar ni instruir con contenidos estáticos. Para ello, la meta prioritaria debe estar puesta en la ampliación de la confianza en el propio talento y en la creación de nuevas capacidades que permitan a los niños, adolescentes y jóvenes preparar la propia vida para actuar con autonomía de pensamiento, responsabilidad frente a los demás y confianza en sí mismos.

Ello implica que tanto los padres como los docentes deberían ayudar a desarrollar y promover actitudes, valores y las competencias humanas y profesionales, según los casos, que les permitan el desarrollo y la evolución de quienes reclaman saber para crecer, conocer para actuar, comprender la vida para ser feliz y pensar para decidir.

De esta manera, desaparecerían gradualmente la tan conocida crisis de valores y la obsolescencia educativa que cada vez se acrecienta. Pero ello exige de manera insoslayable que los educadores respondan con creatividad a los nuevos desafíos y dejen de estar adaptados pasivamente al rigor de las normas y procedimientos rutinarios.

Alejados de todo sometimiento mental, podrán ayudar a cada estudiante a ampliar la confianza en sí mismo y a fortalecer en ellos la autoestima y el talento. Es así como cada educador se convertiría, desde su modesto, desinteresado y silencioso lugar, en verdadero instrumento de reversión de la crisis de valores y en un pilar insustituible y generoso para la construcción del bien común y el acceso a la felicidad y al perfeccionamiento del ser humano.

Dr. Augusto Barcaglioni

 

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El aburrimiento opaca y adormece la capacidad creativa https://cognitio.com.ar/el-aburrimiento-mata-la-creatividad/ Fri, 06 Jul 2012 20:46:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2012/07/el-aburrimiento-mata-la-creatividad/ Cómo salir de las zonas áridas de la rutina y el vacío  Para lograr una referencia más precisa acerca de si ejercemos o no nuestra [...]

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Cómo salir de las zonas áridas de la rutina y el vacío 
Para lograr una referencia más precisa acerca de si ejercemos o no nuestra capacidad creativa en la vida cotidiana, debemos indagar y preguntarnos en qué estado mental nos encontramos. Seguramente podremos detectar e identificar un estado que muchas veces no se registra como adverso o negativo y que, para muchos, resultaría normal y hasta inofensivo. Se trata del aburrimiento, una palabra que no es para nada neutra sino, por el contrario, encierra el germen de la aridez de pensamiento y del vacío sensible de una persona. 
 
La intensidad y frecuencia del aburrimiento no depende, como generalmente se acepta, de causas ambientales, sino del ambiente interno del propio sujeto que, vacío y sin aspiraciones, transita de manera automatizada los momentos del día. En ese estado, el aburrimiento, al imponerse en la vida como un hábito casi desapercibido por los demás, termina aniquilando la frescura de la creatividad y el talento. Podríamos decir que el aburrimiento vendría a ser el termómetro o indicador práctico para medir la creatividad y la motivación personal. 
 
El aburrimiento se impone cuando no hay alegría y cuando, por falta de estímulos, se perdió el entusiasmo y los motivos para darle a la vida un contenido y un sentido. En ese estado, se resiente la capacidad de respuesta para atender los reclamos de la vida cotidiana y, por la falta de atención que ello implica, las oportunidades que se presentan pasan desapercibidas. Ello predispone al sujeto a no tomar decisiones ni a introducir cambios productivos e innovadores en la tarea diaria. 
 
De allí que el aburrimiento bloquea e impide la búsqueda de nuevas alternativas, cerrando a la inteligencia el horizonte de las oportunidades y desafíos. El sujeto, en ese estado de opacamiento mental, se ve amordazado en una oscuridad que no le permite ver más allá de aquello que circunstancial y esporádicamente lo pueda distraer y entretener. El consumo de entretenimiento y la avidez compulsiva de relacionarse con amigos de ocasión, por el solo hecho de querer evadir y anestesiar la soledad implacable del aburrimiento, es la expresión cabal de la falta de contenido y de vitalidad como consecuencia muchas veces inadvertida de la pérdida de creatividad. 
 
El aburrimiento se instala en la vida de una persona como un efecto y un estado consecuente de la pérdida de horizontes y de la falta de confianza en su propia capacidad. Por eso, conduce a perder el interés por los demás y al desdén por la cooperación y la colaboración. En ese vacío de la vida, el tiempo no es aprovechado productivamente, por lo que el sujeto se aproxima a terrenos de infertilidad que, en el futuro, lo convertirán en un ser rutinario y falto de voluntad que, lejos de trabajar constructivamente, siempre estará ocupado en actividades mecanizadas. 
 
Así como el aburrimiento mata a la creatividad y, como acabamos de ver, la pulveriza transformándola en rutina, inversamente, la creatividad es el medio adecuado para alejar el aburrimiento crónico. Lograr esto último no viene de un voluntarismo fácil, sino que exige al sujeto estar atento para detectar los bloqueos mentales que intentan sepultar su creatividad. 
 
Para salir de esa zona árida de la rutina y del vacío generado por el aburrimiento crónico, el sujeto debe hacer dos cosas ineludibles e impostergables: en primer lugar, reconocer su potencial creativo y aceptarse a sí mismo y, en segundo lugar, identificar y superar aquellos condicionamientos y bloqueos mentales que limitan y afectan negativamente su vida personal y de relación. 
 
Dr. Augusto Barcaglioni

 

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Por qué educar es un arte https://cognitio.com.ar/por-que-educar-es-un-arte/ Tue, 08 May 2012 18:36:00 +0000 http://cognitio.com.ar/2012/05/por-que-educar-es-un-arte/ Esculpirse a sí mismo para modelar la propia excelencia La raíz latina de la palabra educar apunta a dos acepciones: la acepción educare, que significa la [...]

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Esculpirse a sí mismo para modelar la propia excelencia

La raíz latina de la palabra educar apunta a dos acepciones: la acepción educare, que significa la acción por la cual el docente enseña a partir de informaciones que va transmitiendo a quienes se encuentran en situación de aprendizaje. La otra acepción es educere, relacionada con la acción de extraer el talento y el potencial interno del que aprende.
 
Desde nuestra hipótesis de trabajo, diríamos que nadie podría aprender si previamente no saca de sí mismo su talento para poder comprender y dominar con precisión el contenido que se quiere adquirir. Si no se extrajera el talento, la única manera de relacionarse con determinadas enseñanzas e informaciones sería por la vía de la memorización mecánica. En este caso, el concepto y la acción de educar quedarían mutilados y desnaturalizados.
 
Si tenemos en cuenta sólo la acepción lineal del educare, el arte de enseñar desaparece y queda evaporado por la transmisión mecánica de contenidos a modo de imágenes fijas y estáticas. La crisis de calidad y la mala praxis de la escuela programo-céntrica radican en haber olvidado y opacado la fuerza del talento y de las capacidades ínsitas en la naturaleza mental y psico-emocional de cada estudiante.
 
El aprendizaje rutinario, llevado a cabo con contenidos reiterados y sin vida ni frescura, se repite año tras año y no amplía la mente, impidiendo a niños, adolescentes y jóvenes ver lo mismo de manera diferente mediante hipótesis que permitirían ejercitar su creatividad para aprender.
 
Cuando Miguel Angel pudo ver en la piedra, todavía inculta y tosca, la belleza que contenía y anticipaba su obra escultórica, graficó elocuentemente el educere diciendo que su acción artesanal consistió en retirarle a la roca todo lo que le sobraba. Allí aparece la mirada del artista, en ver más allá de las apariencias, dado que se trata de una mirada diferente sobre los objetos, las personas y el mundo circundante y que puede vencer la monotonía de lo igual y repetitivo. 
 
De allí que cualquier educador puede llegar a ser artista si es capaz de tener otra mirada sobre el mismo alumno, si le quita lo que le sobra: sus deficiencias, sus bloqueos, sus limitaciones, sus temores y falta de confianza y va desplegando poco a poco su figura humana en todo su esplendor.
 
Aquí, pues, radica el arte de la pedagogía, en quitar las trabas disfuncionales para dejar que la forma humana resplandezca y se exprese desde lo más profundo de la intimidad individual a fin de dar lugar a la escultura de sí mismo. 
 
Por eso, el talento infantil rechaza la violencia de la uniformidad y los niños reclaman a sus docentes que sean verdaderos artesanos y les dejen al descubierto su propia escultura, enseñándoles a esculpirse a sí mismos para ejercer el arte de crear su propia identidad.
 
Bajo esta mirada diferente, todos aprenderíamos de manera solidaria y nos vincularíamos con la fuerza de la propia obra de arte. Nadie buscaría ser como el otro, sino como el modelado de su propia excelencia se lo sugiere. Sería tal la sensación de plenitud ejercida por este arte de la esencialidad, que nadie competiría con el otro más que para mejorarse a sí mismo, pero jamás para anularlo o destruirlo.
 
En ese sentido integral de la acción de educar aparece un concepto cuya riqueza y hondura colocan al educador en el sitial de un verdadero artista y de un genuino artesano de la inteligencia. Para que los padres y docentes puedan ver en el ser todavía sin tallar la figura escultórica individual de sus hijos y alumnos, se requiere mucha generosidad, paciencia y flexibilidad ejercidas todas ellas desde la suprema virtud de la modestia intelectual. 
 
Sólo esta mirada diferente puede permitir ejercer la función de educar como un verdadero arte de la espera y la paciencia generosa, sin sobresaltos, rigidez ni violencias. En el ejercicio de esta artesanía de la inteligencia, radica el verdadero e incondicional amor de padres y educadores.
 
Todo lo que está fuera de esto no es más que un intento tecnológico y/o demagógico de pretender ejercer la violencia de la uniformidad en las mentes y la sensibilidad de individualidades que, si lograsen esculpir su talento y aceptar su propia diferenciación e identidad, vivirían sus vidas como una colaboración y un aporte único e irrepetible a la humanidad y al entorno circundante.  
 
Dr. Augusto Barcaglioni
 

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