La ilusión de eliminar los gérmenes no garantiza la salud del organismo
A ningún médico se le ocurriría, en nombre de la salud, extinguir todos los gérmenes para evitar que contaminen o dañen el organismo humano. Salud no es ausencia de gérmenes; es la capacidad del organismo para enfrentarlos sin sucumbir.
Salvo casos graves y urgentes, podríamos decir que si ponemos el acento en los gérmenes y no en el organismo, éste podrá quedar indefenso, debilitado y sin capacidad para resistirlos. Este es un principio que rige en los diferentes ámbitos de la realidad humana, sea en lo psicológico-emocional, en los vínculos, en lo laboral y en las instancias complejas de la vida individual y comunitaria.
Estableciendo un paralelismo con la cada vez mayor tendencia a consumir gérmenes mentales provenientes de imágenes seductoras y sin valor formativo provenientes del mundo televisivo y/o digital, tal problema no se resuelve con prohibiciones o mediante el aislamiento del sujeto.
Para que la gente no consuma lo grotesco, lo mediocre, lo que deforma y embrutece el intelecto, las medidas tendientes a evitar dicho consumo no deben surgir de regulaciones externas y compulsivas, sino de la autorregulación consciente del mismo sujeto a fin de que éste domine el desorden de sus turbulencias mentales.
Pero ello exige que, tanto en el ámbito familiar, como escolar y comunitario, los educadores puedan ayudar a los niños y jóvenes a fortalecer la inteligencia y a enriquecer con valores la vida sensible y emocional. Esto pondrá las condiciones necesarias para que cada persona aprenda a pensar con autonomía y actuar sin debilidad ante los “gérmenes” y estímulos generadores de pensamientos sedentarios que impulsan al consumismo, a la pasividad y a la inactividad mental.
La pasividad de la inteligencia impide a los jóvenes comprender y pensar con rigurosidad y acierto y los hace vulnerables al generar un debilitamiento que afecta la capacidad para enfrentar con sentido crítico los “gérmenes”, aparentemente inocuos, de programas, noticias e imágenes que afectan las posibilidades de mejora personal.
Por tal razón, tanto los padres como los docentes deberían generar procesos formativos tendientes a afianzar el desarrollo personal y crear nuevas capacidades que permitan a los niños, adolescentes y jóvenes preparar la propia vida para actuar con autonomía de pensamiento, responsabilidad frente a los demás y confianza en sí mismos. De esta manera podrán pensar y neutralizar los factores contaminantes que llevan a la sumisión y al debilitamiento cognitivo y psico-emocional.
La confianza en sí mismo es una fortaleza que se adquiere generando las capacidades que permitan decidir con autonomía, convivir según valores de tolerancia y respeto y generar un proceso de superación personal regido por la conciencia. De esta manera, los gérmenes que pululan en el ambiente mental de la comunidad, podrán ser neutralizados con acierto mediante el fortalecimiento interno, saludable y armónico, del sujeto.
Dr. Augusto Barcaglioni