Un enfoque pedagógico del sufrimiento exige valorar la capacidad del ser humano para no evadir su propia verdad y enfrentar los obstáculos con mayor confianza y entereza. Por eso, los educadores deben hacer comprender que no importa la caída sino la capacidad para levantarse.
En una cultura impregnada por las fantasías del camino fácil y por el rechazo sistemático del esfuerzo, el sufrimiento es irresistible e insoportable. Por eso, tenemos una constante apelación a anestesiar los fracasos y a ejercer el arte de pavimentar el camino del dolor.
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