Cuando la vida aburrida busca nuevos paréntesis
Según señalamos en la nota anterior, las vacaciones se distorsionan cuando se convierten en un añadido superpuesto, a modo de un paréntesis que termina en un descanso artificial alimentado por la fantasía de liberación de las ya conocidas exigencias y presiones del trabajo rutinario. Suprimida la alegría y la creatividad en la vida personal, familiar o laboral, cualquier intento de descanso será imaginado como un oasis o paréntesis milagroso. Pero tal exageración se esfuma luego ante una implacable rutina que termina por “secar” y adormecer las horas y los días de quien no ha decidido preparar su mente para cambiar y revertir su habitual lógica repetitiva.
En tal escenario de indecisión, surge el pacto con el aburrimiento, en el que el individuo sobrelleva su cotidianeidad de manera azarosa e infértil. En realidad, esa vida que permanece ocupada en lo mismo y sin trabajar creativamente, siempre está esperando reiniciar con avidez el circuito de nuevos paréntesis salvadores. Este mosaico de deseos conduce a vivir la vida entre paréntesis, en pequeños fragmentos de bienestar e ilusiones que podrían aplicarse también al campo de la vida de relación y de los vínculos familiares.
Lamentablemente, no son pocos los que al regreso de las vacaciones, y saliendo de ese mágico y placentero paréntesis, empiezan a vivir de gratos recuerdos para compensar imaginariamente el tedio de una vida que se avecina y que ha de transcurrir en la monotonía del descontento rutinario. Para disfrutar el beneplácito de las vacaciones y darle frescura y estímulos, habrá que cambiar la forma como sentimos la propia vida y empleamos el tiempo. En tal sentido, deberíamos revertir el modo pasivo e inercial de pensar la propia vida y formar el hábito de preguntarnos en cada momento del día cuál es el libreto que nos podría llevar a pensar, a sentir y actuar cada experiencia cotidiana de manera más creativa y estimulante.
Si creamos nuevas capacidades para elevar nuestra vida y para generar más calidad en el modo como vivimos el contenido de cada día, no buscaremos compulsivamente esos paréntesis imaginarios para poder descansar de las fatigas acumuladas. Porque esta capacidad para vivir creativamente otorga alegría y confianza en sí mismo, al punto de que si la actividad laboral se cumple en una relación de dependencia con algunos rasgos de rutina, hasta seríamos capaces de elevarnos con nuevas capacidades a partir de un nuevo modo de pensar y de sentir. De lo contrario, seríamos los nuevos esclavos de la historia, sometidos al temor de perder lo que tenemos por falta de confianza en nosotros mismos y por haber sustituido la iniciativa de una vida activa por un pacto con el aburrimiento, la apatía y la rutina.
Otro aspecto a tener en cuenta para promover nuestro cambio y desarrollo personal, es el de preguntarnos si nuestra vida experimenta el goce de un proyecto estimulante. Aceptar lo que somos y tener confianza en lo que hacemos, alimenta nuestra autonomía y nos impulsa a una mayor iniciativa e imaginación. Así, podremos animarnos a trabajar con arte y transformar las sombras del aburrimiento y la pasividad en una vida agradable, sustentada en los valores de nuestro propio potencial creativo.
De esta manera, dejaríamos de ser ese esclavo bien vestido que cada mañana sufre y vive la ilusión de la pronta llegada de un nuevo paréntesis salvador. Pensando sólo en los fugaces fines de semana, ningún esclavo puede tomar conciencia acerca de cómo vive y trabaja, ni preguntarse si su trabajo lo gratifica, si lo lleva a postergar su talento y si lo hace feliz y seguro de sí mismo para encarar nuevos proyectos. Esto puede observarse al regreso de cualquier anhelado paréntesis; si ese retorno está impregnado de descontento y de imágenes relacionadas con la misma rutina, nuestro esclavo bien vestido no podrá romper todavía las cadenas mentales que lo aprisionan en la desesperanza.
Esta manera de vivir entre paréntesis y de disfrutarlos ilusoriamente, refleja la paradójica vida del esclavo de nuestro tiempo. Dejar de vivir entre paréntesis exige, como punto de partida, abandonar la vocación de esclavo y aprender a integrar la totalidad de nuestra vida, nuestros vínculos, nuestro trabajo, nuestro descanso y nuestro tiempo, bajo un nuevo concepto: el de la confianza en sí mismo. Confiar en las propias capacidades constituye el pórtico insoslayable para el aprovechamiento de las pequeñas y grandes oportunidades que la vida ofrece, para afianzar nuestro desarrollo personal y para fortalecer nuestra mente y sensibilidad.
Regresar de un saludable paréntesis con la esperanza de recomenzar las actividades con un proyecto personal de vida, se convierte en un aliciente para quienes anhelan renovarse desplegando y expandiendo su pensar y su sentir. De esta manera, la vida se potencia de acuerdo con la medida personal de la propia aspiración, integrando el trabajo y las obligaciones cotidianas como aliados del talento y la creatividad. Caso contrario, la vida deja de tener sentido y se desvaloriza en una sucesión de paréntesis que incrementa la angustia y el descontento ante un libreto signado por el aburrimiento crónico y el descontento permanente.
Dr. Augusto Barcaglioni
(Agradeceremos contestar la breve encuesta semanal, ya que una simple tilde nos permitiría aproximar nuestras notas y reflexiones hacia los
temas más sensibles y críticos)