Pensamiento crítico y confrontación de hipótesis
El secreto, y al mismo tiempo la vitalidad y la fuerza interna de la creatividad, no es fácil ser advertidos por el observador común. Pues apenas puede vislumbrar esa fuerza interior, quien la vive y la expresa apelando a la fecundidad del silencio y quien es capaz de prescindir de los signos convencionales y de la fijeza de los sistemas de notaciones de la cultura, la ciencia y la tecnología.
Esto implica que no basta con identificar los efectos tangibles de la creatividad para comprenderla como tal. Pues dichos efectos se comportan como patrimonios culturales, dado que son construcciones a posteriori que natural y espontáneamente emergieron del logo creador del sujeto individual o social.
En tal sentido, la creatividad no radica en la forma de expresar y de transformar los estímulos externos de manera sistemática a través de modelos, sistemas, procedimientos, técnicas, actividades o tareas. Este es el campo de la creática, de los efectos y producciones surgidas del talento del sujeto, el cual se comporta como antecedente de las diversas aplicaciones y manifestaciones posibles.
Cuando esa fuerza interna no actúa como antecedente, muchos se consideran creativos sólo por la habilidad técnica adquirida, expresada muchas veces de manera automatizada, lo que los lleva al empleo de procedimientos externos que, según los casos, podrían no responder, o responder sesgadamente, a la fuerza interna del logo creador.
Esto ocurre cuando la frescura de este proceso se desvirtúa y va adquiriendo, por la intervención del pensamiento rutinario de los observadores y del propio sujeto, un estado de fijeza que transforma la vivacidad de la construcción creativa en objetos “estabilizados” en la inercia y rigidez de formas, colores, notaciones o teorías susceptibles de ser apreciados externamente.
Tal situación explicaría por contraposición el secreto inviolable del auténtico sujeto creativo, ya que el logo interno es una energía que solamente puede ser atestiguada por la conciencia de quien expresa con frescura su talento sin interferencia ni condicionamiento alguno.
Esto explica también la existencia de innumerables definiciones acerca de la naturaleza de la creatividad y del abordaje contradictorio de la misma cuando, en el ámbito pedagógico, los docentes pretenden desarrollarla linealmente por vía extrínseca mediante teorizaciones parcializadas. En tal caso, desde un enfoque procedimental y sistemático, inculcan respuestas sin hipótesis y estereotipos explicativos y enunciativos que mantienen una abierta contraposición con la fuerza creativa del educere mayéutico.
Desde el punto de vista cognitivo y pedagógico, toda teoría es una respuesta que se presenta como una imagen mental o concepto que indica y describe algún aspecto de la realidad. Lejos de representar una referencia fija o una conclusión estable, dicha respuesta es válida si emerge de una hipótesis y se comporta como un nuevo punto de partida para potenciar y dar movimiento a ulteriores indagaciones.
Caso contrario, aparece el riesgo, por parte de quien aprende o debe tomar una decisión, de permanecer con una imagen mental estática y cancelar la riqueza del proceso creativo y, consecuentemente, paralizar la búsqueda y la indagación que podrían aportar los nuevos interrogantes.
Para un aprendizaje adscripto a un modelo conductista, la respuesta constituye un logro conceptual rígido y compacto que, por ser considerado terminal, resultará en la práctica anacrónico y rutinario. Es así como genera en las mentes propensas a lo fácil, a la indolencia y a la pereza, la ilusión de haber llegado a un estado definitivo acerca de la comprensión de un asunto o aspecto de la realidad en estudio.
Este anclaje de la mente a una respuesta aceptada como cierta y definitiva, detiene el aprendizaje y la construcción del conocimiento y bloquea la creatividad del talento. Tal concepción guarda afinidad con individuos que, por falta de conciencia de su propio potencial intelectivo, cancelan la búsqueda y la indagación, convencidos con la certeza ilusoria de las respuestas adquiridas sin proceso reflexivo.
Y cuando se pretende educar desde este estado mental, los padres y docentes apelan al recurso de inculcar y transmitir modelos mentales fijos y definitivos que se comportarán como estereotipos niveladores del talento creativo. Soslayando las preguntas, aún desde la más tierna edad, la acción pedagógica tendrá serias falencias y conducirá a una acción carente de creatividad por ausencia del educere mayéutico.
Por tal razón, uno de los factores que intervienen en el fracaso de los aprendizajes es la falta de motivación y de estímulo para aprender por haber cancelado la indagación y la hipótesis. Por su parte, la falta de alegría y bienestar proveniente de la rutina de las respuestas, ofrecidas a modo de catálogos inaplicables y repetitivos, termina de anular la autonomía del intelecto y la frescura de la creatividad.
Así, la pregunta como energía indagatoria se ausenta de la mente. Esto es incompatible con el proceso creativo connatural a la inteligencia, pues cualquier respuesta, al quedar en estado inmóvil, impide generar ulteriores preguntas y de allí sobreviene la inercia y la rutina del pensamiento.
Por eso, la creatividad se constituye como un estado de conciencia tendiente a encontrar en cada respuesta una nueva pregunta. Pues la pregunta es la que pone en movimiento la inteligencia y abre la mente proyectándola a una actividad creativa y en constante indagación a través del ejercicio del pensamiento crítico y la confrontación de hipótesis.
Dr. Augusto Barcaglioni