El abuso del celular afecta las emociones en niños y adolescentes

Las emociones del ser humano siempre tienen una connotación social. Pero si la energía emocional se aplica al objeto tecnológico más consumido como el celular, es probable que las conductas sociales de los niños y adolescentes empiecen a sufrir alteraciones que terminan en el aislamiento y el vacío.  

Frente al uso abusivo de los celulares, se comienza a observar con frecuencia que las habilidades sociales de los niños y jóvenes están disminuyendo por la escasez de tiempo para la interacción y los vínculos.

Así, vemos que cada vez son más retraídos, se aíslan, se muestran egoístas y poco comunicativos, a pesar de tener habilidades y capacidades para el manejo del instrumental tecnológico disponible.

A todo esto, los padres parece que no logran advertir tales falencias, ya que confunden la habilidad en el manejo de los instrumentos digitales con las aptitudes emocionales de sus hijos.

Inversamente, cuando el uso del celular es moderado, la atención de los jóvenes se dirige a situaciones relacionadas con lo afectivo y con el despliegue de los vínculos sociales y familiares.

Es indudable que la moderación en el uso consciente del celular no conspira contra el comportamiento social ni impide acrecentar los vínculos y enriquecer la energía de los afectos a través de la interacción. 

Al respecto, se han llevado a cabo investigaciones con grupos de estudiantes que llegaron a mejorar sus vínculos emocionales después de pasar varios días sin utilizar celulares, en contraposición con otros grupos que, manteniendo la rutina del uso cotidiano del celular, manifestaron retraimiento frente a los demás.

La indiferencia y la frialdad afectiva conducen a la falta de registro de las señales emocionales del semejante y se manifiestan en una incapacidad para comprender y expresar las emociones propias y ajenas.

De allí la crisis psico-emocional de los adolescentes que, al no poder lograr conectarse con sus propias emociones, pierden la alegría y el entusiasmo frente al futuro y a las posibilidades para desplegar su propio talento.

La sustitución de la interacción social y de los afectos por la interacción con la imagen digital repercute negativamente en las emociones y el sujeto se vuelve retraído, indiferente y propenso al aislamiento y a la dispersión.

No se puede afirmar fehacientemente que el desarrollo emocional sea posible y tenga lugar en la vida de alguien que ha convertido la pantalla digital en su compañera incondicional y a la que le brinda lo mejor de su tiempo e intereses.

Por tal motivo, tanto los padres como los educadores deben tomar conciencia para adquirir la capacidad de comprensión de esta problemática social que afecta muy profundamente a la niñez y adolescencia.

Ello les permitirá resolver con creatividad y confianza una situación crítica que requiere urgentes cambios de conciencia y apertura mental.

La comunicación humana implica ejercer el contacto cara a cara. Pero si no practicamos la comunicación desplegando nuestra energía emocional y expresando nuestros afectos, seguramente caeríamos en la robotización de la vida.

Es tal la fantasía al respecto, que muchos están convencidos de que el inocente uso de los emoticones en las llamadas “charlas” digitales (chat) constituye la manera ideal de hacer amigos y ser queridos y aceptados por muchos que no todavía no han dado la cara.

Esta posición es una forma ilusoria de estar acompañados en un mundo que nos hace creer que el estar conectados por vía on line en medio de una multitud de desconocidos, es suficiente para no experimentar la soledad y el aburrimiento.

Cognitio
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Dr. en Ciencias de la Educación. Profesor de Lógica y Psicología (UCA). Contacto: barcaglioni@hotmail.com.ar