¿Complicidad o mala praxis de los Institutos Superiores de Formación Docente?
Ningún miembro de la comunidad educativa Argentina ignora que el perfil habilitante para el ejercicio de la docencia en los recién egresados de los actuales Institutos Superiores de Formación Docente adolece del lastre difícilmente reversible de la obsolescencia y la fragmentación de los procesos didácticos.
Dado que el paradigma conductista caracterizó la formación pedagógica de los noveles docentes a lo largo de una trayectoria curricular centrada en procesos cognitivos de memorización mecánica de contenidos estáticos, tal reduccionismo conspira, a su vez, contra el perfil de destrezas requeridas por un entorno socio-cultural y tecnológico que exige, en lugar de contenidos lineales, la organización y el uso debido de la inteligencia como condición necesaria para acceder con autonomía a cualquier información.
Utilizando un modelo de simulación, podríamos imaginar ese momento culmen en el que los directivos despiden a sus egresados. Más allá de la legítima emoción que es dable esperar a la hora de reconocer el esfuerzo y los episodios vividos durante el trayecto curricular, nos sentimos tentados a simular la despedida de un directivo insatisfecho y consciente del escenario en que deberán actuar los egresados de la institución que dirige.
Lejos de cualquier arrebato sensiblero y de ocasión, la honestidad intelectual lo conduce a una polémica pero sincera y honesta despedida, que resume y pone de relieve la calidad de la experiencia formativa vivida por los graduados y sus alcances frente a los desafíos educativos del futuro:
- “Después de cuatro años de estudio memorístico, ustedes mecanizaron la mente para vivir adaptados rutinariamente a un ambiente uniforme que no cambia. Y si bien el sistema los está habilitando reglamentariamente, en la realidad es una ilusión, dado que carecen de los métodos y estrategias para ejercer la docencia de manera funcional y operativa frente a niños y adolescentes que cada día les van a presentar nuevas oportunidades para cambiar a través de desafíos creativos e innovadores propios de una generación que no tiene límites para la búsqueda de nuevos conocimientos.
- Tratarán, según los casos, con niños y adolescentes que no se encuadran en el alumno tipo y estandarizado que las teorías rígidas, y ya anacrónicas, fueron memorizadas tortuosamente y sin posibilidades de aplicación por ustedes en reiteradas oportunidades. Por eso, lo que aprendieron no les va a permitir enfrentar cualquier situación crítica o inesperada que surja de los alumnos, sean de tal o cual característica o carácter o pertenezcan a una u otra clase socio-económica.
- Ustedes se vincularon enfrentando teorías surgidas de una bibliografía que, por las exigencias formales del sistema, la inmadurez comprensiva de las mismas no les va a permitir vincularse con la vida, los afectos y emociones de quienes anhelan ser más a través de un aprendizaje creativo, práctico y ameno.
- Lamentablemente, ustedes no están realmente habilitados, pues no hicieron el entrenamiento metodológico necesario a partir de una formación sólida, rigurosa y coherente que les permitiera un desempeño creativo e innovador sustentado en la confianza en las propias capacidades para ayudar a nutrir mentalmente a grupos y personas.
- Lejos de ello, ustedes están formados según modelos pedagógicos obsoletos e incompatibles con una realidad dinámica y cambiante. De ello resultará que el proceso pedagógico seguirá las pautas de un conductismo individualista y del modelo de una escuela insalubre con que fueron educados de manera rígida y sistemática en una aula parasitaria que desperdicia el talento.
- Pues la apariencia constructivista de la formación recibida no es otra cosa que la máscara que les está ocultando la mediocridad académica y formativa con que la mayoría de las instituciones terciarias de formación docente desperdicia y maltrata el talento de quienes optaron por el ejercicio de una vocación que exige competencias en constante expansión y alta generosidad.
- A causa de esa precariedad y bajo nivel, muchos de ustedes están egresando sin tener la disciplina mental ni la vocación ni entusiasmo que exige la profesión docente y que se expresa en el arte cotidiano de advertir cómo vive, piensa y siente cada niño y adolescente y de qué talento y capacidades disponen para llevar a cabo con alegría y confianza en sí mismos cada etapa formativa del trayecto curricular.
- Por eso, en virtud de la mediocridad académica y del facilismo demagógico del que fueron víctimas, muchos de ustedes están egresando con la codiciada habilitación reglamentaria y con una angustiante inhabilitación real para promover cambios y ayudar con frescura y optimismo al desarrollo personal y comunitario.
- A pesar de tales falencias, ustedes podrán des-aprender, re-aprender y volver a aprender de manera continua y acelerativa, conforme con las nuevas adaptaciones exigidas por los cambios del entorno. Y lo más importante de esta decisión será la alegría, el buen humor, la confianza y la creatividad que, una vez recuperadas, podrán instalar en sus vidas para poder asegurar el ejercicio artesanal de la función pedagógica.”
Tales reflexiones, que podríamos tomar como una metáfora por la vía de la ironía y el absurdo, deberían sustituir el desconcierto y la decepción generada en quienes reconocen haber egresado sin destrezas para enseñar a pensar. Si bien esta suerte de mala praxis de los institutos de formación docente constituye un lastre difícil de remover, es la capacidad creativa y la fuerza transformadora que cada docente alberga en su vida interna, la que podrá llevar a cabo la logoversión y renovación de los modelos mentales de quienes han optado por ayudar a mejorar la vida de los jóvenes a través de los conocimientos que ayudan a construir.
Dr. Augusto Barcaglioni
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