El proceso meta-cognitivo de la inteligencia como fundamento del constructivismo
Muchos docentes, si bien intentan aplicar el modelo constructivista durante su praxis didáctica en el aula, en realidad quedan encerrados en una enunciación teórica y adscripta a la dinámica lineal del conductismo. Tal limitación se debe a la falta de aplicación del proceso meta-cognitivo que requiere toda construcción y aplicación de los conocimientos.
Dicha omisión desvirtúa el constructivismo como tal y retrotrae la experiencia didáctica a un proceso vacío y conductista de aprendizaje. En este caso, quien aprende queda ceñido al estrecho universo de contenidos temáticos, reduciendo su inteligencia a un sistema receptor de informaciones estáticas, cuya pasividad no da cabida a la construcción activa del conocimiento.
El proceso de meta-cognición, en cambio, permite superar el determinismo lineal de las informaciones disponibles, pues conlleva la puesta en juego de las habilidades y competencias mentales del sujeto para acceder a nuevos niveles de comprensión. Este proceso, eminentemente pedagógico, permite aplicar el método de construcción del conocimiento mediante la autorregulación de los procesos de aprendizaje requeridos por las posibles hipótesis que emergen de una actividad cognitiva en constante expansión.
Tal proceso constructivo se lleva a cabo mediante la integración sistémica de las diferentes operaciones cognitivas y se configura como un proceso consciente. Pues la función de integración y regulación de las facultades y operaciones intelectivas dependerá de la capacidad atencional del sujeto y de ninguna manera es reductible al proceso mecánico de acumulación y recepción pasiva de la información.
Según nuestra hipótesis, y en razón de que sin dicha capacidad atencional no es posible regular con autonomía el proceso de adquisición y/o construcción de los conocimientos, la organización sistémica de la inteligencia y el uso debido de sus facultades connota e incorpora el ejercicio regulador de la conciencia como un componente meta-cognitivo y metodológico ineludible.
Así, cuando la imaginación o la memoria, por ejemplo, actúan mecánicamente y fuera del campo interno establecido por dicha capacidad atencional, se desvirtúa el funcionamiento integrado del sistema cognitivo al inhibir la razón por la hipertrofia y/o exceso de imágenes que actúan sin regulación alguna por parte de la conciencia. En este caso, la inteligencia limita su potencialidad cognitiva e interrumpe el juego integrado de otras funciones y operaciones que le son propias, tales como el análisis, la comparación, la síntesis, el razonamiento y que es necesario que intervengan de manera integrada, según lo requiere la naturaleza del proceso de aprendizaje que el sujeto podría llevar a cabo.
La conciencia del estudiante acerca de su capacidad para razonar y pensar sin sustitutos ni condicionamientos extrínsecos ni conductistas, conlleva la íntima (o al menos tenue) convicción de que los procesos cognitivos que ha de utilizar durante su aprendizaje deben guardar coherencia sistémica integrando las funciones cognitivas superiores e inferiores en un campo de hipótesis y de construcción y aplicación de los conocimientos.
La importancia incuestionable del método radica, como puede observarse, en la posibilidad de que, lejos de nivelar a través de contenidos impartidos mediante imágenes inmóviles, induce al estudiante a comprender desde su “propia medida” y a ejercer con autonomía su capacidad cognitiva. En esto radica el proceso constructivo, ya que permite al sujeto desplegar su talento y, consecuentemente, organizar su intelecto en la progresiva búsqueda de los conocimientos y comprensión de la realidad.
De allí que el conocimiento de las propias capacidades cognitivas y emocionales debería constituir un objetivo prioritario de la educación impartida en las aulas. Ello, sin desconocer que su eficaz realización dependerá de la versatilidad del método y de la adaptabilidad del mismo a las condiciones impuestas por la idiosincrasia personal y la sensibilidad de cada individuo.
De aquí surge, como lógica consecuencia, que la implementación del modelo constructivista por parte del docente, debe superar los condicionamientos del estímulo-respuesta del modelo conductista. A este proceso de superación del nivel mecánico del estímulo, responde el proceso meta-cognitivo. Y así como el conductismo resulta incompatible con los procesos meta-cognitivos de aprendizaje, del mismo modo el constructivismo es incompatible con las meras adaptaciones primarias de conceptos propias de aquél. Esto explica la falta de capacidad de los estudiantes para pensar, para reflexionar, comprender y aplicar los diferentes conocimientos que van adquiriendo en el limitado campo de los contenidos lineales.
Esto nos conduce a una aclaración de carácter complementario acerca de lo que sería una distorsión pictórica de la meta-cognición, al graficarla usualmente con imágenes que apelan a un sistema integrado de engranajes que representan el juego interrelacionado de las diferentes operaciones y procesos cognitivos. Esta configuración mecánica de la meta-cognición es aparente, ya que tiene el propósito de remarcar dos atributos centrales del proceso meta-cognitivo: por un lado, la idea de integración sistémica, orden y disciplina de las operaciones cognitivas y, por otro, la trascendencia de dicho proceso en un campo de comunicación inter-subjetivo y no determinístico en la búsqueda y construcción compartida de nuevos conocimientos.
Este último atributo se configura mediante el despliegue de nuevos procesos meta-cognitivos entre los sujetos intervinientes en la dinámica grupal de aprendizaje. Tal despliegue, ejercido de manera consciente y creativa, suscita innovaciones, comprensiones y aplicaciones a través de nuevas funciones cognitivas como la comparación, la observación, el análisis, la síntesis y la reflexión por vía de complementación y/o contrastación de las hipótesis que van surgiendo en un campo compartido, y no determinístico, de construcción colectiva del conocimiento.
Dr. Augusto Barcaglioni