Algunas ideas fuerzas para comprender el pensamiento complejo
El presente texto es una selección de conceptos de base para introducir y orientar la comprensión de la complejidad según el pensador francés Edgar Morin. Conscientes de que tal tarea es inabarcable para lograr la comprensión del sistema de pensamiento que nos propone el autor, hemos procedido a seleccionar algunos fragmentos que nos permitan introducirnos al mismo.
Tal tarea exige la práctica de una Teoría y método para la organización mental como paso previo insoslayable para la comprensión de la complejidad. En tal sentido, y respondiendo a uno de los propósitos que alientan la existencia de Cognitio, compartimos las reflexiones del psiquiatra chileno Claudio Naranjo (Valparaíso, 1932), quien asegurara en una entrevista que “el mal de nuestra cultura es que mira más hacia fuera que hacia adentro” y dado que “nos han criado para la ceguera”, ello obliga a un obligado cambio de paradigma tal como lo propone y fundamenta E. Morin en el prólogo de su obra introductoria:
Nunca pude, a lo largo de toda mi vida, resignarme al saber parcelarizado, nunca pude aislar un objeto de estudio de su contexto, de sus antecedentes, de su devenir. He aspirado siempre a un pensamiento multidimensional. Nunca he podido eliminar la contradicción interior. Siempre he sentido que las verdades profundas, antagonistas las unas de las otras, eran para mí complementarias, sin dejar de ser antagonistas. Nunca he querido reducir a la fuerza la incertidumbre y la ambigüedad.
Desde mis primeros libros he afrontado a la complejidad, que se transformó en el denominador común de tantos trabajos diversos que a muchos le parecieron dispersos. Pero la palabra complejidad no venía a mi mente, hizo falta que lo hiciera, a fines de los años 1960, vehiculizada por la Teoría de la Información, la Cibernética, la Teoría de Sistemas, el concepto de auto-organización, para que emergiera bajo mi pluma o, mejor dicho, en mi máquina de escribir. Se liberó entonces de su sentido banal (complicación, confusión), para reunir en sí orden, desorden y organización y, en el seno de la organización, lo uno y lo diverso; esas nociones han trabajado las unas con las otras, de manera a la vez complementaria y antagonista; se han puesto en interacción y en constelación. El concepto de complejidad se ha formado, agrandado, extendido sus ramificaciones, pasado de la periferia al centro de mi meta, devino un macro-concepto, lugar crucial de interrogantes, ligando en sí mismo, de allí en más, al nudo gordiano del problema de las relaciones entre lo empírico, lo lógico, y lo racional.
Núcleos teóricos básicos
- Se trata de recuperar el asombro que se insinúa y está latente en la filosofía, en la ciencia, en la religión para el descubrimiento de nosotros mismos, de nuestros límites y de nuestras posibilidades. Esto ha de exigir como contrapartida la apertura mental a una realidad multifacética.
- Se hace evidente que la mente humana, si bien no existe sin cerebro, tampoco existe sin tradiciones familiares, sociales, genéricas, étnicas, raciales, que sólo hay mentes encarnadas en cuerpos y culturas, y que el mundo físico es siempre el mundo entendido por seres biológicos y culturales. Al mismo tiempo, cuanto más entendemos todo ello, más se nos propone reducir nuestra experiencia a sectores limitados del saber y más sucumbimos a la tentación del pensamiento reduccionista, cuando no a una pseudo-complejidad de los discursos entendida como neutralidad ética.
- El pensamiento complejo es una aventura, pero también un desafío en el que el pensamiento podrá disipar las brumas y las oscuridades, que ponga orden y claridad en lo real y que revele las leyes que lo gobiernan.
- El término complejidad representa también el desafío de superar los modos simplificadores del conocimiento que mutilan la realidad y los fenómenos para que el conocimiento humano se haga cargo de que la complejidad no sería algo definible de manera simple para tomar el lugar de la simplicidad.
- La complejidad es una palabra-problema y no una palabra-solución y ello plantea la necesidad de comprender las limitaciones, insuficiencias y carencias del pensamiento simplificante.
- Será necesario ver si es posible un modo de pensar, o un método, capaz de estar a la altura del desafío de la complejidad. No se trata de retomar la ambición del pensamiento simple de controlar y dominar lo real. Se trata de ejercitarse en un pensamiento capaz de tratar, de dialogar, de negociar, con lo real.
- Por cierto que la complejidad aparece allí donde el pensamiento simplificador falla, pero integra en sí misma todo aquello que pone orden, claridad, distinción, precisión en el conocimiento. Mientras que el pensamiento simplificador desintegra la complejidad de lo real, el pensamiento complejo integra los modos simplificadores de pensar, pero rechaza las consecuencias mutilante, reduccionista, unidimensional y cegadora de una simplificación que se toma por reflejo de aquello que hubiere de real en la realidad.
- Una ilusión es confundir complejidad con completud. Ciertamente, la ambición del pensamiento complejo es rendir cuenta de las articulaciones entre dominios disciplinarios quebrados por el pensamiento disgregador (uno de los principales aspectos del pensamiento simplificador), que aísla lo que separa y oculta todo lo que religa, interactúa o interfiere.
- El pensamiento complejo aspira al conocimiento multidimensional, pero sabe, desde el comienzo, que el conocimiento complejo es imposible: uno de los axiomas de la complejidad es la imposibilidad, incluso teórica, de una omnisciencia. Hace suya la frase de Adorno «la totalidad es la no-verdad». Implica el reconocimiento de un principio de incompletud y de incertidumbre.
- Pero implica también, por principio, el reconocimiento de los lazos entre las entidades que nuestro pensamiento debe necesariamente distinguir, pero no aislar, entre sí. Pascal había planteado, correctamente, que todas las cosas son «causadas y causantes, ayudadas y ayudantes, mediatas e inmediatas, y que todas subsisten por un lazo natural e insensible que liga a las más alejadas y a las más diferentes». Así es que el pensamiento complejo está animado por una tensión permanente entre la aspiración a un saber no parcelado, no dividido, no reduccionista, y el reconocimiento de lo inacabado e incompleto de todo conocimiento.
Conclusión
Teniendo en cuenta estos núcleos teóricos básicos del pensamiento complejo formulado por E. Morin, surge como exigencia del cambio de paradigmas, la puesta en práctica de una Teoría y método para la organización mental como paso previo insoslayable para la comprensión de la complejidad.
Pues la mente rutinaria, sometida al reduccionismo simplificador de la realidad, aísla al sujeto del devenir histórico y lo transforma en mero receptor pasivo de la sobre-estimulación y lo priva de su capacidad de iniciativas.
Ver nota complementaria: http://cognitio.com.ar/2012/06/inteligencia-y-aprendizaje/