La importancia del “por ahora”
La propensión del ser humano a creer que todo es permanente, lo lleva a aferrarse a una forma fija de vivir y a buscar cierta garantía de inamovilidad en sus cosas cotidianas. Si bien en teoría comprendemos que el universo está en permanente cambio y movimiento, sin embargo queremos sentir que nada cambia y que todo es estable y previsible. De allí que el futuro aparece a nuestra mente con imágenes de fijeza, buscando siempre, desde una construcción imaginaria, una aparente certeza acerca de cómo ese futuro aparecerá en nuestra vida. Por eso, resistimos utilizar expresiones tales como “quizás”, “por ahora”, “en principio”, ya que dejaría con sensaciones de suspenso e incertidumbre a una mente reacia a los cambios y ávida de seguridad.
La creencia de que todo es permanente configura una suerte de evasión de la mente, alimentada por la fantasía de que muchas situaciones adversas afectarán sólo a los demás. Así, el advenimiento de una enfermedad, un accidente, la pobreza o el dolor por un ser querido, no tienen registro en nuestro presente, pues son situaciones que ocurren a otros menos a nosotros. De igual manera, ante situaciones promisorias en el presente, mantenemos la creencia de su inamovilidad y perpetuidad con el mismo mecanismo mental. De allí que cuando pensamos en nuestra salud o trabajo, imaginamos a los mismos desde un estado fijo y permanente, ya que no pensamos que “por ahora estamos sanos”, o que “por ahora no sufrimos de tal o cual enfermedad”, o de que “por ahora detentamos el beneficio de un trabajo” o el amor de nuestra pareja o la amistad de los allegados.
Este estado de inconsciencia que nos conduce a percibir de manera estática el presente y el futuro, tiene un fundamento cognitivo y psico-emocional: surge del terror a lo posible. En sentido estricto, lo posible no se adscribe solamente a las situaciones de dolor sino también a las de beneplácito. Es tan posible lo adverso como lo promisorio, el dolor como el placer. De allí que tanto la negación de lo posible frente al dolor o al éxito futuro (no es posible enfermar o fracasar ni tampoco triunfar) como la negación de lo posible ante las actuales satisfacciones, fracasos o dolores (seguiré manteniendo el prestigio, la salud, la enfermedad o la pobreza actuales) son enmascarados por la ilusión y la imagen de fijeza de un futuro estático y de permanencia de un presente que debería ser visto en constante movimiento.
Las diversas expresiones que refieren lo posible (“por ahora”, “quizás”, “en principio”, entre otras) tienen una carga potente que incita a la acción mental del sujeto, al punto de impulsarlo a estar atento a lo que va sucediendo en su vida y a advertirle que cada paso que ejecute es una aproximación al dolor o a la satisfacción. Esta conciencia del tiempo inmerso en lo posible, no genera angustia ni se adscribe al pesimismo; por el contrario, genera una mayor conciencia de nuestra situación en el mundo y a comprender mejor la inestabilidad de nuestra vida.
La conciencia de lo posible impulsa al sujeto al movimiento, no lo deja estático, ya que le infunde energía mental para comprender los cambios y aceptar lo que vendrá. Fuera de la conciencia, el sujeto se mantiene sin movimiento mental y, en ciertos casos, se predispone para gozar o sufrir por anticipado, y sin fundamento alguno, un beneficio o perjuicio que nunca llegarán o para no disfrutar ni prever en el presente lo que probablemente llegará.
A diferencia de los rutinarios, los individuos creativos tienen la capacidad de anteponer en su pensar y en su decir la íntima sensación de que todo es “por ahora”. Cuando la pareja no siente el “por ahora somos felices”, aniquila la fuerza del querer y detiene el ejercicio de la mutua seducción. Paradójicamente, es la manera de llegar rápidamente al punto que se quiere evitar.
Porque sin la conciencia del “por ahora”, todo parece seguro y definitivo, nada cambiará y se mantendrá siempre igual en la imaginación y la fantasía evasiva de la realidad. Ante esta falta de conciencia del movimiento y del cambio que inexorablemente suceden en las diferentes facetas de la vida humana, el sujeto se aísla del acontecer evolutivo que rige todo cambio.
El “por ahora” pasa a ser, entonces, y a pesar de las apariencias, una fuente de creatividad para afrontar el futuro de manera diferente cada día, en cada momento y en cualquier lugar. Quienes no tienen conciencia de lo posible, viven de manera pareja y rutinaria en la monotonía de la repetición incesante. Frente a la adversidad futura, el “por ahora” le otorga al sujeto creativo la capacidad de comprender, de tener confianza y de considerarse superior ante los episodios que debe afrontar. Frente al presente promisorio, el “por ahora” genera el desapego y la autonomía para liberarse de los condicionamientos y de la dependencia compulsiva e imaginaria a los bienes y a las circunstancias y situaciones que, en realidad, es posible que devengan en pérdidas, en prosperidad y en sufrimiento o bienestar.
Por otra parte, el hecho de hablar en base a afirmaciones fijas y de pensar de manera rutinaria, no alienta la discusión crítica y el intercambio con el grupo y allegados. Por el contrario, tiende a promover la adhesión ajena y a imponer afirmaciones como si fueran verdades definitivas. Por eso, el “por ahora” coloca al individuo en una situación de realismo, de modestia intelectual y de profunda sencillez frente a sí mismo y a los demás.
Dr. Augusto Barcaglioni
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