Internet no afecta la mente si se mantiene organizada

Educar la mente para la actividad constructiva

Hoy se generan advertencias en el campo educacional, en las escuelas y en las familias sobre los riesgos que implica la utilización de los instrumentos informáticos. En realidad, casi todos coinciden que se trata de no abusar, de guardar el equilibrio y no excederse. Esta verdad, de cierto perogrullo, en realidad dice todo, pero no dice nada y deja a los interesados con una tranquilidad aparente que no orientará el uso ni evitará el abuso.

Por eso, más que indagar la validez de los conocidos instrumentos ligados a internet y a los “combos” aledaños y de los que no caben dudas acerca de su utilidad y de sus valores incuestionables, habría que educar a los usuarios para que sepan utilizarlos con inteligencia, creatividad y sentido práctico.

Las distorsiones y confusiones surgen porque el planteo se realiza al margen de una educación del usuario de dichos instrumentos, dado que no se le enseñó a pensar ni a decidir cómo utilizarlos con inteligencia. Se trata de educar la mente, ya que el desorden y la desorganización de las imágenes mentales conducen a la indiscriminación anárquica y a la falta de regulación y moderación frente a la sobrecarga de informaciones y estímulos indiscriminados, en un universo de indeterminaciones crecientes que incrementan la complejidad.

A mayor complejidad, mayor necesidad de expansión de la conciencia como resguardo contra la automatización del pensamiento y la sumisión mental. Dado que esto requiere disciplina y atención consciente, se hace necesario educar la voluntad y fortalecerla para evitar la indecisión y la inactividad del sujeto. Educar la mente para una actividad constructiva asistida por los valiosos e insoslayables aportes informáticos, supone esfuerzo, constancia y dedicación.

Por eso, cuando señalamos la necesidad de educar al usuario de cualquiera de tales tecnologías, no nos referimos a su entrenamiento para una utilización eficiente del servicio, sino a la vigencia de un método pedagógico orientado a la organización y al uso debido de la inteligencia durante el trayecto formativo de aquél. Se trata, entonces, de migrar el análisis pedagógico del problema desde el instrumento informático al sujeto que lo ha de utilizar.

Ello permitirá un equilibrio cognitivo y emocional alejado del desborde provocado por el consumo compulsivo de tecnologías en permanente expansión. En tal sentido, habrá que formar la inteligencia y fortalecer con valores la vida sensible y  emocional para que tanto los niños como los adolescentes aprendan a pensar con acierto y autonomía. De esta manera, estarán habilitados para identificar y neutralizar de manera consciente los estímulos generadores de imágenes y pensamientos sedentarios que, con la apariencia de un movimiento mental activo, en realidad terminan impulsando al consumo pasivo de informaciones.

La pasividad de la inteligencia impide a los jóvenes comprender y pensar con sentido crítico y los hace vulnerables por el debilitamiento que afecta la capacidad para enfrentar los “gérmenes” de programaciones no evolutivas que se presentan a lo largo de la vida cotidiana. Al respecto, habrá que tener presente que la mente en estado inercial por falta de iniciativa es un problema independiente de la tecnología. Es un problema pedagógico provocado por la vigencia de una praxis educativa que no desarrolló las capacidades y facultades intelectivas, sometiendo el aprendizaje a un reduccionismo conductista.

La mente aletargada y pasiva existe antes que internet. Del mismo modo, la memorización mecánica, como trabajo forzado de la inteligencia, es la forma de volver lento y poco ágil el potencial de la mente y constituye, desde muy antiguo, una verdadera mala praxis áulica con efectos inmovilizadores y paralizantes del talento individual.

Por tales razones, se hace necesario educar la mente desde un modelo sistémico-constructivo que recupere la memoria inteligente, poniéndola al servicio de la capacidad de pensar, de reflexionar, analizar, razonar y comparar.

Aprender a pensar con rigor y conscientemente constituye en nuestros días el desafío metodológico que permitirá construir conocimientos y utilizar con creatividad y lucidez, sin compulsión ni dependencia alguna, los recursos informáticos y tecnológicos disponibles sin afectar la vida mental y sensible de las personas.

 Dr. Augusto Barcaglioni

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Dr. Augusto Barcaglioni
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Dr. en Ciencias de la Educación. Profesor de Lógica y Psicología (UCA). Contacto: barcaglioni@hotmail.com.ar