Cuándo la imaginación inhibe las emociones y desordena el estado mental?
El ser humano vive construyendo imágenes mentales a toda hora y en cada situación que se presenta en su vida. La imaginación es una función cognitiva a la que se le atribuye un papel importante en la vida humana, sobre todo para el ejercicio de la creatividad, para la innovación, el arte y la ciencia. En tal caso, la función de imaginar es ejercida bajo el auspicio de la función de pensar y se integra de manera sistémica con el resto de las funciones cognitivas, garantizando un proceso mental satisfactorio y ordenado.
Pero cuando no se produce tal integración, la misma mente se desarticula y da lugar a un desorden por exceso o por defecto, donde la potencia imaginativa, al no ser orientada por la razón, termina por producir estragos mentales imprevisibles. Sabemos, por experiencia propia y ajena, que al imaginar de manera excesiva o defectuosa, la mente queda perturbada por la acción de imágenes infundadas de carácter inhibitorio o temerario según los casos, conduciendo al sujeto a desaciertos y confusiones.
Es así como las imágenes de temor y vergüenza, por ejemplo, inhiben y retraen la mente para actuar, al par que las imágenes que incitan a la acción temeraria generan una impetuosidad e impulsividad perjudicial que afectará tanto al sujeto como a sus vínculos. Por eso, los filósofos antiguos se referían a la imaginación como a la “loca de la casa” o al “elefante en el bazar”, capaz de derrumbar el orden mental logrado hasta ese momento.
Ya desde niño, pasando por la adolescencia y juventud hasta la misma adultez, tales imágenes van mutando su contenido, en una sucesión ininterrumpida y dinámica que explica la permanente oscilación de los estados de ánimo y de las emociones según la naturaleza de cada imagen. Y así como la frescura de las imágenes constructivas promueven emociones auspiciosas, las impregnadas de pesimismo conducen a emociones opuestas. Ello, precisamente, por el “derrumbe” y la turbulencia de que es capaz de provocar el desborde de la imaginación cuando la mente se ve asediada por pensamientos e imágenes vinculadas al temor, al orgullo, a la susceptibilidad, a la impulsividad o a la temeridad.
A diferencia de la imaginación creadora y constructiva mencionada al comienzo, podríamos mencionar las diferentes alternativas disfuncionales y no constructivas que se podrían presentar cuando la potencia imaginativa se desborda y es mal utilizada por el sujeto al carecer de un control mental consciente:
- Cuando en un determinado momento el sujeto imagina que va a hacer algo constructivo y, al cabo de unos segundos, esa imagen positiva deja de tener vigencia en su mente para dar lugar a otra imagen opuesta que no tiene relación con la anterior.
- En otro momento, y después de haber estado concentrado en un proyecto interesante, podrían irrumpir imágenes relacionadas con recuerdos pesimistas que alejan al sujeto de ese estado de satisfacción.
- De igual manera, mientras la persona se encuentra activa y predispuesta a una tarea, un simple comentario del semejante podría llevarlo a construir imágenes que despiertan y desencadenan otras imágenes en cadena, generando malestar, ofuscación o agresión.
- En el devenir de la vida cotidiana con todos sus altibajos, son conocidos los hechos relacionados con los estados emocionales y de perturbación que acaecen cuando las imágenes y pensamientos de ofuscación o preocupación invaden la mente del sujeto y le impiden disfrutar o vivir de manera lúcida el momento presente.
- Esa interrupción mental no es un hecho aislado, sino que se repite de manera permanente durante el día, llevando al sujeto a estados emocionales poco propicios para tomar decisiones, vivir con entusiasmo, sentir alegría o tener confianza en sí mismo. Basta para ello observar la mente perturbada o bloqueada de quienes se ven afectados por imágenes de celos, desconfianza o pesimismo.
- Esto explica nuestras indecisiones, la pérdida de motivación y la falta de voluntad cuando irrumpen imágenes inhibitorias que impiden llevar a cabo algún proyecto o cumplir con las obligaciones cotidianas de manera satisfactoria.
- Esto también explica la fuerza negativa de las imágenes de temor y culpa, que conducen al sujeto a cumplir sus obligaciones o a adoptar un comportamiento honesto solamente bajo la presión del temor, de la conveniencia o para evitar las consecuencias, alejado de toda convicción y autonomía de pensamiento.
- No advertir la naturaleza fluctuante y la movilidad permanente de las imágenes, impide al sujeto la lucidez mental necesaria para ejercer a conciencia sus actividades y para vivir su vida de manera plena y gratificante. Esto sucede porque las imágenes sin control consciente ejercen sobre la mente del sujeto un poder despótico, al punto de dominar e influir en lo que piensa y siente.
En tales casos, se puede advertir cómo la potencia imaginativa ejerce un impacto mental que conduce a muchos individuos a un juego de imágenes sin control ni conciencia, impidiéndoles interpretar de manera sensata sus posibilidades de adecuación con la realidad. De allí las distorsiones que, por exceso o por defecto en la interpretación de los hechos, conducen a modelos mentales tendientes a deformar la visión de los mismos. Esto debería ser tenido en cuenta por los educadores a fin de ayudar a los jóvenes a comprender que las perturbaciones emocionales que padecen, en la mayoría de los casos suelen tener su origen en la imaginación descontrolada.
Tal proceso, por otra parte, permitiría comprender que el mal uso de la imaginación es un factor activo de desorden mental y que, inevitablemente, conduce al sujeto a dar respuestas o a interpretar hechos, propios o ajenos, alejados de la moderación, de la objetividad y del equilibrio. Ello ha de exigir que el proceso formativo de la familia y la escuela se sustente en una metodología cognitiva orientada a la organización mental y al uso adecuado y razonable de la imaginación.
Dr. Augusto Barcaglioni
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