La equivocada idea de que la mente debe “llenarse” con conceptos y teorías

 

Cuando la educación nivela las mentes con contenidos fijos y estáticos

La manía de uniformar el pensar y el sentir

Dos interrogantes habituales que la mayoría de las personas realizan con mucha insistencia, aluden a la inquietud acerca de cómo “llenar” los “huecos” mentales que los conduce al aburrimiento o al vacío y, a su vez, de cómo “vaciar” y eliminar de esa misma mente aquellas imágenes, prejuicios o pensamientos sombríos que, lejos de beneficiar y apaciguar la vida personal, en realidad la complican y preocupan de una manera a veces molesta y paralizante.

La mayoría cree que la mente se “llena” con ideas, con conceptos, con imágenes, con pensamientos nuevos o rutinarios. Es así como cualquier actividad física o mental, relacionada con el trabajo, el estudio, las diversiones, los entretenimientos, con preocupaciones, inquietudes, expectativas o fantasías mantienen, tanto al adolescente como al adulto, “ocupados” mentalmente, sin que ello implique necesariamente desarrollar una actividad constructiva y creativa de la inteligencia.

Todo esto nos lleva a un planteo pedagógico que constituye la esencia y la columna vertebral del proceso formativo del intelecto y del cual dependerá el ulterior desarrollo personal. Es fácil advertir que desde los comienzos, ya en la vida familiar y en la escuela, hay una tendencia a inculcar imágenes y pensamientos sin una previa preparación mental que habiliten al niño y adolescente a dominar no sólo tales imágenes, sino también los diversos contenidos que, a modo de creencias y prejuicios, ocupan la mente y la mantienen en estado inercial.

La educación de la mente implica, por un lado, manejar voluntariamente la diversidad y multiplicidad de imágenes y pensamientos y, por otro lado, comprender que los contenidos mentales no son realidades substantivas, inmóviles, estáticas y definitivas, sino entidades cognitivas provisorias y esencialmente cambiantes y dinámicas que el sujeto puede mejorar o eliminar de manera autónoma.

No comprender esto produce como primer resultado el adormecimiento precoz de la mente y la falta de conciencia acerca de cómo pensamos y por qué pensamos lo que pensamos. De esta carencia surgirá la tendencia a buscar y/o imponer la uniformidad del pensar en los grupos, en las familias y en las instituciones. De allí que una educación uniforme, ceñida a criterios lineales, se convierte en instrumento de nivelación mental.

Todo intento de estandarización del pensamiento pretende también la uniformidad del sentir. Esta aberración cognitiva conduce de manera directa a las diversas formas de intolerancia y manipulación, ya que se busca que los demás piensen y sientan de manera similar y hasta uniforme en lo relativo a las propias opiniones y en lo que concierne a ideologías, dogmas, creencias y concepciones de índole política, religiosa o moral.

La manera efectiva de provocar esta inmovilidad mental que se traduce en dependencia y falta de autonomía intelectual, es mediante la utilización, sistemática o no, de estereotipos mentales. Sabemos, ya por su etimología, que el estereotipo consiste en un molde sólido y manipulable por parte de quien tiene la habilidad y el poder de inculcarlo, sometiendo la mente del individuo proclive a aceptar opiniones ajenas y a manejarse por conjeturas y suposiciones.

Y cuando la educación nivela las mentes con contenidos fijos y estáticos, provoca el “llenado” de ese vacío mental mediante recursos muchas veces incompatibles con el verdadero sentir autónomo de quienes aspiran o buscan aprender. Se trata de un “llenado” que, por falta de conocimiento de sí mismo, quienes se encuentran en situación de aprendizaje no pueden advertir, con el agravante de concederles validez a cualquier estereotipo que se imponga.

De allí, que nos encontramos con la aberrante uniformidad del pensar y el sentir de quienes, teniendo la inteligencia en proceso de formación, no pueden advertir en sí mismos el encadenamiento y condicionamiento gradual a que sus mentes son sometidas de manera no consciente. De esta situación no escapa el accionar iatrogénico de la escuela, de la familia, la religión, la moda, la moral social y de las costumbres estables.

Esto conlleva la necesidad de superar, mediante el ejercicio de una educación centrada en el pensamiento crítico, en la sensibilidad y en la comunicación interpersonal, los procesos de nivelación del pensamiento. Para ello, se hace necesario brindar los elementos que permitan la identificación de aquellos estereotipos conducentes a la violencia de la uniformidad en el pensar, en el sentir y el hacer de quienes no han podido descubrir todavía en sí mismos el potencial autónomo de su propia inteligencia como fundamento de iniciativa, creatividad y auto-realización.

Dr. Augusto Barcaglioni

Cognitio
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Dr. en Ciencias de la Educación. Profesor de Lógica y Psicología (UCA). Contacto: barcaglioni@hotmail.com.ar