El reproche destructivo por la mala utilización del tiempo

La zozobra del tiempo como construcción imaginaria 

El estado de zozobra, sobre todo cuando se relaciona con el mal uso del tiempo, se comporta como una construcción imaginaria que invade y agobia la vida. En tal sentido, es uno de los más temibles en el campo de las vivencias humanas, pues conlleva emociones de angustia, congoja y fuerte preocupación ante obstáculos y problemas vinculados al presente o a posibles impactos en el futuro .

No es necesario proceder a un listado explícito para identificar esos estados de agitación provocados por innumerables factores y circunstancias que conducen a quienes los padecen a vivir en la zozobra por el tiempo perdido. Lo cierto es que este estado se configura por la sensación de escasez y de limitación, cuya irreversibilidad imaginaria coloca al sujeto en un estado inquietante y de gran sufrimiento.

Ello ocurre porque la zozobra, como tal, afecta el ánimo ante la presencia de imágenes de escasez que se presentan bajo el signo de lo irreversible, como ocurre con la amenaza de pobreza, problemas de salud o de dificultades económicas. Dichas emociones pueden surgir de una situación real o aparente, lo que nos permite afirmar que en muchos casos el estado de zozobra no deja de ser una construcción imaginaria que guarda una íntima vinculación con la falta de confianza para enfrentar y dominar los problemas que se presentan en el plano de la realidad o de la imaginación.

A la inversa de quienes enfrentan con serenidad de ánimo las diversas situaciones hostiles, quienes padecen zozobra agudizan su inquietud por falta de sosiego y quedan sumergidos en el problema que los aqueja sin poderlo superar. Por eso, esos estados de angustia e inquietud, como los vinculados con la zozobra del tiempo, invaden y atormentan la vida de múltiples formas. Ello obedece al hecho de que una de las características más visibles de la vida agitada y depresiva que somete la cotidianeidad del sujeto en un ámbito de oscuridad y tristeza, se relaciona estrechamente con el uso del tiempo.

No sería exagerado plantear que nuestra vida personal, nuestros vínculos y anhelos, muchas veces dejan de ser estimulantes y gratificantes por una suerte de impronta cultural que atraviesa la vida humana desde lo que bien podríamos denominar como “crisis del tiempo”.   

El tiempo, al dejar de ser vivido holgada y conscientemente, repercute y afecta la vida humana en todas las dimensiones en que ésta se manifiesta. En lo personal, en lo familiar, en lo laboral, en el cumplimiento y ejecución de un proyecto, en la búsqueda de un objetivo, en el descanso, en el esparcimiento, siempre está detrás el tiempo y el modo como se lo usa.

Así, en expresiones tales como “el tiempo no alcanza”, en experimentar casi a diario la sensación de no llegar a tiempo y en vivir en medio de un estado de apuro y ausencia de calma, se desliza con cierta fatalidad implacable el reproche por el tiempo perdido o el agobio por el tiempo que falta.

El reproche por el tiempo perdido es una emoción llena de sinsabores, ya que surge de una evaluación negativa del tiempo utilizado o cuando el sujeto advierte que no estuvo atento mientras realizaba una determinada actividad. Esta evaluación negativa acerca del modo desafortunado como el sujeto utilizó el tiempo, aumenta e incrementa la zozobra. En tal situación dolorosa, el estado mental del agobio impide vivir de manera constructiva cada experiencia debido a la inmovilización y parálisis ante el peso psico-emocional del uso fallido del tiempo.

El reproche por el tiempo perdido o mal utilizado en el pasado aparece como una imagen mental destructiva, estéril e indeterminada. Es una imagen de dolor que se incrementa cuando el sujeto advierte que no generó una actividad productiva y que, por su indeterminación, refleja la inconsciencia que impide el aprendizaje ulterior.

Como una derivación de la zozobra del tiempo, el reproche se convierte en un automatismo que encapsula la mente en el pasado. Ello surge al imaginar la pérdida de un tiempo ya pasado y a la inculpación que no permite disfrutar ni aprovechar aquí y ahora el tiempo presente. Esto explica por qué muchas veces la zozobra del tiempo constituye un automatismo mental signado por el reproche y por la dificultad de vivir conscientemente el instante presente.

Todo ello indica que para erradicar de nuestras vidas la zozobra del tiempo, es necesario pensar y reflexionar con rigurosidad a fin de neutralizar el desorden imaginativo. En tal caso, el pasado ya no se presenta como un mero recuerdo de vivencias agobiantes y de reproche acerca del mal uso del tiempo, sino como una verdadera oportunidad de aprendizaje frente a nuestro modo de encarar el tiempo presente. 

Dr. Augusto Barcaglioni

 

 

 

 

 

 

Cognitio
About Cognitio 264 Articles
Dr. en Ciencias de la Educación. Profesor de Lógica y Psicología (UCA). Contacto: barcaglioni@hotmail.com.ar